28/11/10

Adenda a «No hemos torturado a inocentes»

[Es el título de mi comentario anterior]

Vencida la pereza que me causa ponerme a leer la letra pequeña de las noticias me decidí a hacerlo con la entrevista al Ministro marroquí. Transcribo la parte que hace al caso de lo que comentaba en mi anterior artículo.

P. [...] ¿Va usted a admitir que ha habido saharauis torturados en las comisarías [...]?
[...]
R. No ha habido torturas a inocentes.
P. ¿Y a culpables?
R. Si han sido o no torturados, eso lo dirá la justicia.


Si no me equivoco, "y esta vez creo que no", como diría Jerry Lewis, la conclusión que se puede sacar es que el Ministro no puede asegurar que no haya habido torturas a 'culpables' aunque sí lo hace respecto a 'inocentes'. Pues bien, si no puede asegurarlo es porque cabe la posibilidad de que haya ocurrido, y si esta posibilidad no cupiera, a la pregunta del entrevistador "¿Va usted a admitir que ha habido saharauis torturados en las comisarías?" debería haber respondido: No lo voy a admitir porque no ha habido torturas. Y, ya puesto, añadir: Ni en las comisarías ni en ningún sitio. Sin embargo es él quien se pone a distinguir entre 'inocentes' y 'culpables', poniendo el énfasis en que no se ha torturado a 'inocentes'. ¡Cómo se le ve la oreja al prócer marroquí!
       Por otra parte, mucho me temo que tras esa implícita y perversa justificación de la tortura a detenidos si son culpables (¡considerados culpables por la propia policía!), lo que hay es un refuerzo o confirmación por parte del torturador de la calificación previa entre 'inocentes' y 'culpables', calificación que necesitaría en su fuero interno como arranque para la tortura, y que, una vez empezada ésta, vendría a confirmar al torturado como 'culpable', 'malo', 'basura', 'infrahumano' o cosas por el estilo. Dicho de otra manera: que si el torturador califica previamente a los detenidos como 'inocentes' y 'culpables' para poder darle a estos el tratamiento debido, cuando la tortura se perpetra el culpable queda confirmado como tal, su definición previa policial como tal se cierra. "Lo torturo, luego es culpable" sería la conclusión a la que la negra alma del torturador, pero negra como boca de lobo, llegaría. Es decir no ya el infame arranque "Es culpable, luego lo torturo" sino el más infame aún "Lo torturo, luego es culpable" confirma la infamia primera, la supera, la cierra y convierte la aberración en un círculo vicioso.

27/11/10

«No hemos torturado a inocentes»

Es un titular en El País de hoy, que el propio periódico entrecomilla se supone que por ser cita de lo que haya dicho el ministro de Exteriores marroquí. Naturalmente, se refiere al asunto del Sáhara y del Aaiun. Pero el Ministro debería haberse limitado a decir "No hemos torturado" o, si no hubiera querido resultar lacónico, "No hemos torturado a nadie", sin que tenga nada que ver desde el punto de vista de la legitimidad o de la ética el que los detenidos, víctimas de la tortura, sean inocentes o culpables. ¿O es que, de haber sido 'culpables', leña al mono?
       Porque, en efecto, tal y como el prohombre marroquí lo expresa daría a entender que se podría haber torturado a culpables, lo que sería una aberración jurídica, ética y hasta política. A no ser que lo que ha declarado el Ministro corresponda a una acusación de haber torturado a inocentes, en cuyo caso la aberración sería de quienes acusaran de torturar por ser las víctimas de la tortura inocentes, en vez de hacerlo simplemente por el hecho de torturar.
       No me he metido a averiguar, ni tengo por qué si no quiero, cual de las dos cosas es lo que ha pasado. Sólo me he quedado con el titular, que, se supone, tiene que corresponder al texto, y si no es así, el responsable es el periódico por sacar el titular de contexto.

2/5/10

De los bancos, los cajeros y el paro

El viernes último entré en un banco con el fin de sacar dinero de la pared y se me quedó la libreta atascada. No que se la zampara el cajero sino que una vez introducida por la raja al efecto no iba ni para adentro ni para afuera: se quedó asomando como medio cm. Como no estaba dispuesto a irme dejando la libreta en esas condiciones, reclamé a dos empleados hasta que finalmente, tras prácticamente colarme en el despacho de la directora, conseguí que ésta se hiciera cargo del problema y me liberaran la libreta de las garras del cajetín. En total unos 30 minutos.
         Mientras esperaba al lado del cajero haciendo guardia, y contestaba una y otra vez a la pregunta de los clientes que iban llegando y señalaban al chisme: "¿No funciona?", mientras tanto, digo, me sentía como el personaje aquel en la canción de Marieta, de Krae: (parafraseando) "Y yo allí sin mi libreta como un gilipoollas, madre, y yo allí sin mi libreta como un gilipo-o-o-o-llas".
         Bien, ¿y cómo es que con tanta tecnología, ideada ni más ni menos que para ahorrarse empleados, y aumentar los beneficios, que es el fin empresarial, ocurren estas cosas? ¿O es, precisamente, por eso mismo? Porque el problema es que cada vez se ven menos empleados en los bancos (y en otras muchas partes: ¿cuántos años hace que en sitios como ¡Qué corte tan inglés! empezaron a escasear los dependientes hasta el punto de que hay que ir buscarlos? O en las gasolineras con el "sírvase usted mismo". O en las taquillas del metro, que prácticamente han desaparecido. Y en el mismo metro, en el que hasta hace años, muchos ya, además del conductor iba un tipo que abría y cerraba las puertas), empleados de los bancos, decía, que, en el mejor de los casos, se sustituyen por cajeros que fallan más que una escopeta de ferias: ya se sabe, es que se ha caído la línea, así es que la culpa es de la telefónica, no del banco que se limita a instalar el trasto.
         Y todo esto de la última parrafada se traduce a la larga en destrucción de empleo, en ese paro que los "expertos" llaman "estructural" y que ningún gobierno acabará con él, por lo que ya va siendo hora de que los próceres de la política y del capital, en vez de dar a entender que, más tarde o más temprano, dejando por el camino no más víctimas que las que el progreso necesite —usted ya se hace cargo—, acabará trabajando todo el que quiera, lo aclaren: que hay un nivel de paro (que a su vez tiende a subir a medida que aumenta la tecnología) con el que no se va a terminar nunca. Dejar creer otra cosa es engañar.

P. S. ¿Que de qué banco se trata? ¿Pero eso qué más da? ¿No ve que todos se parecen y sin embargo son el mismo?

Otro P. S. La cola ante la ventanilla del banco era impresionante, como de unas 25 ó 30 personas, lo que se debía, sin duda, entre otros factores, a dos: 1. A que ahora no abran los sábados, medida que, si puede ser beneficiosa para los empleados actuales, a la larga es una amortización de puestos de trabajo. 2. A que el cajero en el que seguía presa mi libreta no funcionaba, porque a la directora le faltaron reflejos para ordenar cuanto antes el desatasco, como consecuencia del cual el chisme habría podido funcionar. Claro que, a lo mejor al banco le importa un pito que usted tenga que esperar más o menos porque sabe que no va a tener más remedio que de una forma o de otra hacer la gestión que necesite.

24/4/10

¿Habló la iglesia?: punto redondo

En efecto, la iglesia española ha hablado por boca de su portavoz el obispo Camino, arrimando el ascua a su sardina, y por lo que pueda ocurrir, me imagino, para ponerse de parte del uso del velo en la escuela. Sólo que yo, y ya que tantas veces se usa el argumento de autoridad para sancionar y hacer pasar por inatacable la opinión propia (al estilo de "Lo dijo Blas, no se hable más"), en este caso voy a darle la vuelta a la declaración del epíscopo, a convertirla en una especie de antiargumento de lo que él defiende (¿antiargumento de autoridad?): ¿lo dijo la iglesia?: pues entonces no tienen razón los del uso del velo. ¡La iglesia es mi guía!
       Por supuesto, esto no quiere decir, ni por asomo, que la tengan los mamarrachos antiinmigrantes, sedicentes políticamente incorrectos, patriotas a machamartillo, etc. que han aprovechado la ocasión para las cavernarias del tipo: "¡pues que se vayan a su país!". ¡Estúpidos!

23/4/10

Una rosa y un libro

Una rosa ya se sabe para qué: para adorno, colocada en un jarrón. ¿Y un libro? Para adorno, también, colocado en el mueble del salón o del cuarto de estar. Porque ¿cuántos de los libros que se compran se leen? No conozco cifras, pero me imagino que un porcentaje muy bajo. Un objeto, el libro, como ocurre con tantas cosas de las que se compran por mor de la publicidad —tan sutil muchas veces—, convertido en humo nada más sacado de la bolsa y colocado en la estantería. Creo que es así de triste.
       Por otra parte, la producción y publicación de libros es apabullante, la inmensísima mayor parte probablemente inútiles. Me pregunto qué pasaría si no se escribieran más: seguramente nada, dejando aparte el negocio editorial, claro; con los publicados hasta ahora ya tendríamos suficientes.

19/4/10

La cena de Vargas Llosa

Ayer publicaba Mario Vargas Llosa en El País un artículo con el título de Torear y otras maldades. Al leer el título, y como no conocía las inclinaciones taurinas de Vargas Llosa, pensé que éste consideraba las corridas una maldad y, por tanto, rechazables. Después de leer el texto, lo que pensé es que el título era irónico, pero luego me hizo dudar de la ironía —y sigo con la duda— y lo que tal vez considere es que son una maldad, pero una más entre otras y, por eso, parece creer, aceptable.
       Bien, sea lo que sea de la ironía o no del ilustre escritor, voy al contenido del artículo que es claramente taurófilo. Y lo es con los argumentos consabidos —tan caros sobre todo a intelectuales—, que no me voy a molestar en comentar, ya lo he hecho en otros posts: la langosta que también sufre cuando la cuecen; el toro que existe gracias a que hay corridas; lo bien cuidado que el animal está; la libertad de los aficionados; la ideología; la tradición; el juego de la muerte y de la vida; etc.
       ¿Y el argumento de la cultura? ¿No lo emplea don Mario? Por supuesto que sí, sólo que en una versión que yo hasta ahora desconocía, porque a la tauromaquia no le llama cultura sino (sic) "alimento espiritual". ¡Ah! ¡Qué sibilina, sugerente y retórica contraposición del autor!: langosta-alimento corporal / toros-alimento espiritual. Sólo que, por si acaso, porque no quita que algo pueda ser "alimento espiritual" para que sea una bazofia, se ha visto obligado a hacer la trampa de poner al mismo nivel de calidad alimenticia espiritual, por un lado los toros y, por otro, "un concierto de Beethoven, una comedia de Shakespeare o un poema de Vallejo". Pero dejemos aparte de una vez toda esta retórica de V. L..
       Lo que me puso los pelos como escarpias fue el último de los argumentos (dicho sea lo de "último" en los sentidos de que es el último que emplea y en el de lo nunca visto: ¡lo último en moda taurina!): "Prohibir los toros [...] reorientará la violencia empozada [lindo esto de la "violencia empozada"] en nuestra condición hacia formas más crudas y vulgares, y acaso nuestro prójimo". Esta última frase no la entiendo muy bien: supongo que se trata de una errata de imprenta y quiere decir algo como "y acaso contra nuestro prójimo". Y prosigue V. L., ironizando: "En efecto, ¿para qué encarnizarse contra los toros si es mucho más excitante hacerlo con los bípedos de carne y hueso que, además, chillan cuando sufren y no suelen tener cuernos?". Es lo que podríamos llamar los toros como homeopatía: si no fuera por las cuchilladas que recibe el toro nos las daríamos cada dos por tres entre prójimos, debido a esa "violencia empozada", como, según sabe todo el mundo, ocurre en sitios donde no hay corridas de toros: he ahí el origen de la violencia; por lo tanto, leña al mono... digo al toro.

P. S. El argumento de la langosta implica que si usted, al mismo tiempo que critica las corridas de toros, no presenta una enmienda a la totalidad a fin de evitar cualquier sufrimiento a cualquier animal, es usted un hipócrita y, por ende, no puede tener usted razón porque lo de menos es lo que usted diga: lo que importa es lo que usted sea; una clarividente forma de razonar de nuestro intelectual escritor.

17/4/10

Fruta del tiempo (4)

(A. Machado. En abril, las aguas mil, en Campos de Castilla, CV)

                                           Son de abril las aguas mil.
                                       Sopla el viento achubascado,
                                       y entre nublado y nublado
                                       hay trozos de cielo añil.
                                           Agua y sol. El iris brilla.
                                       En una nube lejana,
                                       zigzaguea
                                       una centella amarilla.
                                       La lluvia da en la ventana
                                       y el cristal repiquetea.
                                           A través de la neblina
                                       que forma la lluvia fina,
                                       se divisa un prado verde,
                                       y un encinar se esfumina,
                                       y una sierra gris se pierde.
                                           Los hilos del aguacero
                                       sesgan las nacientes frondas,
                                       y agitan las turbias ondas
                                       en el remanso del Duero.
                                           Lloviendo está en los habares
                                        y en las pardas sementeras;
                                        hay sol en los encinares,
                                        charcos por las carreteras.
                                            Lluvia y sol. Ya se oscurece
                                        el campo, ya se ilumina;
                                        allí un cerro desaparece,
                                        allá surge una colina.
                                            Ya son claros, ya sombríos
                                        los dispersos caseríos,
                                        los lejanos torreones.
                                            Hacia la sierra plomiza
                                        van rodando en pelotones
                                        nubes de guata y ceniza.

4/4/10

«¿Quién nos removerá la piedra del sepulcro?»

(Marcos, 16, 3)

¡Qué duda cabe de que la resurrección del Cristo es el milagro por antonomasia y, por tanto, el triunfo, también por excelencia, sobre la realidad! Porque ¿qué realidad más establecida que la de la muerte? ("la imposible al amor y siempre amada". A. Machado en Muerte de Abel Martín).
       'Pascua': etim. = 'paso', 'tránsito', en referencia a la celebración hebrea de la libertad del cautiverio en Egipto. El cristianismo adoptó el término para designar la Pascua de la resurrección de Jesús, aludiendo al tránsito a la vida desde la muerte, en un intento de consolarnos del miedo de ésta. Pero, abandonado el mito, u obtusamente reducido a "cosas de los creyentes" —¡y hasta a cultura e historia!—, ¿quién nos removerá la piedra de la realidad?

2/4/10

Fruta del tiempo (3)

[…]
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!


(A. Machado en Campos de Castilla)

Me pregunto, a la vista de las procesiones televisivas de estas fechas (Teleaguirre es muy dada a ello para satisfacer —e inducir— una supuesta devoción de las masas madrileñas, al tiempo que se hace lo mismo con el turismo, ¿y se apoya también el

Hecho Cultural

porque en esto ha devenido la religión?), cuántos de los asistentes, contando turistas más o menos japoneses o venidos de otras regiones fuera de la de Madrid, entienden o recuerdan ni por asomo lo que se conmemora, que no es nada más (ni nada menos) que la muerte y resurrección del Verbo, aquél que apenas hace unos meses se había, una vez más, hecho carne.
       Me pregunto cuántos, fuera de la brillantez de hábitos, caperuzas, carrozas, trompeteos y canciones, admiración por el esfuerzo de los costaleros, apuros que pasan estos para el transporte —¡cuantos más apuros, más admiración despiertan!—, etc., cuántos, fuera de este carnaval, recuerdan el mandato de Jesús: «No lloréis por mí; llorad por vosotros y por vuestros hijos»

1/4/10

Placidez

Días plácidos los de estas pascuas. Siempre me lo han parecido. Días ideales para el dolce far niente, para la caminata tranquila, para la agradable sensación de no tener obligaciones. La tranquilidad viene, sobre todo, como no podía ser de otra manera, por la ciudad semivacía de coches y por la disminución del tráfico de los que se quedan, consecuencia a su vez del cierre de muchos trabajos, tiendas, etc.

Pero, y que Bécquer me perdone por el expolio:
  
                Volverán los latosos automóviles
                  por tu calle sus rüidos a cascar,
                  y otra vez con la peste a tus narices
                         atufando llegarán.

                  Pero aquellos que en el 'puente' se chocaron,
                  otro accidente y muerto al contemplar,
                  aquellos que tu cara vieron, ¡Parca!...
                         ¡ésos... no volverán!

(Variación sobre las dos primeras estrofas de la rima LIII)

29/3/10

Breves (17)

Era un hombre tan viejo que estaba hecho añicos.

12/3/10

Dos horas con Delibes

Creo que conocí a Delibes, literariamente hablando, en la obra que Lola Herrera representó hace unos años: impresionante, Herrera; dos horas, ella sola, sobre un escenario en el monólogo de la obra de Delibes Cinco horas con Mario. Recuerdo que luego me faltó tiempo para comprar y leer el libro: hilarante. Más tarde vino la lectura de Las ratas, Diario de un cazador, La sombra del ciprés es alargada, Señora de rojo sobre fondo gris, El hereje... y alguna más que no tengo en casa.
       Algo que, interiormente, le reproché siempre al escritor era su vicio del laísmo, incorregible a lo que se ve, porque, aun siendo académico, persistió en él. Un error que si es muy entendible en el habla no lo es en un escrito, menos aún en un libro, que se supone que se revisa.
       En homenaje al gran escritor, un fragmento, un poco al azar, de C H c M (cap. XIV):

(Habla Carmen, viuda de Mario, ante el ataúd de éste)

«Desde el mismo día que mataron a Elviro, Encarna andaba tras de ti, Mario, eso no hay quien me lo saque de la cabeza, que tu cuñada será lo que quiera, que en eso no me meto, pero tiene unas ideas muy particulares, que a saber qué se pensaba, porque qué asedio, hijo de mi alma, no hay derecho, que aquí, para inter nos, te confieso que ya de novios, cada vez que la oía cuchichear contigo en el cine, me llevaban los demonios y tú todavía, disculpándola, que era tu cuñada, que había sufrido mucho, sentimentalismos, ya ves luego, Encarna hasta en la sopa, vaya temporaditas, y, por si no fuera bastante, dándola dinero [sic por –la] en Madrid, que todo se sabe, Mario, que el diablo sabe más por viejo que por diablo, y no voy a decirte que se pusiera a trabajar, que eso lo último, pero padres tiene me parece a mí. Ahí tienes a Julia, con mi padre vive y no la ha pasado nada por eso [sic de nuevo por 'la'], que no es que haya puesto una pensión, pero lo de alquilar habitaciones a estudiantes norteamericanos es de buen tono, ya ves, que ahora está de moda...»

11/3/10

De dioses y víctimas (y II)

Es, en principio, desconcertante, al menos a mí me lo parece, el episodio en que Abraham, cumpliendo órdenes de Dios, se dispone a sacrificar a su hijo Isaac, para, momentos antes de ejecutar el mandato, Dios, por medio de la voz de un ángel, detener a Abraham, ordenándole lo contrario: que no mate a su hijo. (Gén, 22, 1-12).
       Ya se que el mandato divino, según el propio texto dice, es para probar a Abraham en su obediencia, pero ¿qué necesidad tenía Yavé, el Omnisapiente, de probar lo que no podía sino saber? Pero hay que tener en cuenta que, precisamente, el autor de los libros sagrados está inspirado por Dios; podríamos decir: es Dios quien mueve la mano del autor, con lo que bien podría ocurrir que lo hiciera en Su interés.
       Si esto fuera así, cabría otra interpretación del episodio: sería una estratagema de Dios para engañar(nos) haciéndonos creer que Él no reclama sacrificios humanos. Porque, ¿hubo, quizás, una conversación entre Dios y Abraham anterior a la orden del sacrificio —el libro no nos dice nada— en la que Abraham Le reprochara la identidad que había entre Él y los demás dioses de la época, quienes reclamaban holocaustos humanos? Y para eso, para mostrarle que Él no era como los demás, le impide el sacrificio.
       Y, sin embargo, quizás otra cosa no, pero si la historia humana se distingue por algo es por el chorreo de sangre y vidas, en nombre de diferentes advocaciones de Dios: la Patria, por ejemplo. O el Dinero, dios dominante actual.

Creo que exagera

Revista de prensa

Yo, que veo con frecuencia la viñeta de El Roto, creo que en la de ayer exagera. No, probablemente, en lo de estar las iglesias vacías, pero sí desde luego en lo de que la calle esté "ocupada" por obispos y feligreses: no habrá tantos, y, sobre todo, no tantos, ni muchísimo menos, de los que les gustaría a quienes organizan las manifestaciones. Que no cunda el pánico.


10/3/10

Otra nota

(Añadido a mi artículo Un diálogo y una nota)

He caído en la cuenta de que el recurso que denunciaba como "tramposo" (tratar de descalificar el argumento descalificando al argumentador) tiene su contrario o su revés: pretender hacer válido un argumento apoyándose en una cita de alguien de prestigio, supuestamente al menos; que las razones sean válidas, no por sí mismas sino porque las avala X.
     Es lo que podríamos llamar el prejuicio de autoridad y en lo que se incurre cuando se abusa de las citas; como si se dijera: "No es que lo diga yo —o no lo digo yo sólo— sino que lo dice Gran Fulanito, luego tendrá que ser verdad". Recurso este del que parece servirse la publicidad (y ésta, a su vez, sirve de modelo para el tipo de argumentos del que hablo): si lo anuncia Gran Deportista o Gran Artista o Gran Cero o Gran Loquesea, pues... De esta retórica hay, al menos en la retórica publicitaria, una variante consistente en que el avalista o patrocinador resulta ser el patrocinado o publicitado o, en todo caso, lo son el uno del otro. Caso típico es cuando anuncian en la televisión (también en la TVE, que no tiene publicidad —¿?—), por ejemplo: "El Banco Molocos [Forges] patrocina a la selección española de cachiondo, el deporte de moda". ¿Cómo va ser el tal banco malo si patrocina a la selección patria?

9/3/10

Un diálogo y una nota

(número X de la serie Diálogos)

    —A ver, Consejero [se debe de referir al de la Educación y Cultura], me vas a preparar una orden para, en esta Comunidad en la que asiento mis reales, declarar los cocederos de mariscos bien de interés cultural.
    —¡Presidenta!, ¿y eso?
    —Porque ayer le leí a un plumilla que las langostas sufren tanto o más en la cazuela que los toros en la plaza, y, como consecuencia, si se enteran de eso nuestros enemigos se les puede ocurrir plantear en nuestro Parlamento comunal que se cierren los cocederos...
    —Pero, Presidenta, con todos los respetos, eso no puede ser.
    —¿Qué es lo que no puede ser?
    —Que alguien tenga la ocurrencia de proponer que se prohiban los cocederos...
    —¿Ah no? ¿Y por qué no? Ten en cuenta, Consejero, que el enemigo acecha y con tal de jod... de perjudicar nuestras expectativas electorales, son capaces...
    —Pero no puede ser tal extravagancia, entre otras razones porque hay una diferencia a efectos del dolor entre toros y langostas. Los toros son vertebrados, con médula espinal, por tanto, y además...
    —¡¿Y además, qué?! ¡¿No estarás empezando a pensar como los socialistas?!
    —¡¡¡No, por Dios, Presidenta!!! Te iba a decir que, además, del cuece de las langostas no se hace un espectáculo como se hace de la muerte de los toros.
    —Venga, Consejero, no me salgas con tiquismiquis.
    —Lo que tú mandes. Pero permíteme añadir una última cosa: que hayas querido blindar los toros se puede entender, además de por tus sesudas y liberales razones culturales y artísticas que tan bien, tan estupendamente y...
    —Consejero...
    —Bien... que quieras blindar los toros, te decía, se puede entender también porque nosotros tenemos una plaza de toros, y los intereses...
    —¿Cómo? ¿Que tú tienes una plaza de toros?
    —Me refería a nosotros, a la Comunidad. Pero lo que no tenemos son cocederos de langostas...
    —¿Que no tenemos cocederos? Ya te estás poniendo manos a la obra para hacerme unos cuantos.
    —Sí, sí: como siempre lo que tú digas. Le pasaré la orden al Consejero de... ahora mismo no se a cuál le toca.
    —Pues adelante y, ya sabes, prepárame el decreto para la declaración de bien universal cultural y protección de las langostas.
    —Querrás decir, Fe...
    —¡No me llames Fe: ya estoy harta de que me acortéis el nombre!
    —Perdón, Federica: querrás decir, para la protección de los cocederos.
    —Pero es que es lo mismo.
    —En cierto modo, Presidenta, es justo lo contrario.
    —Bueno, no entiendo muy bien lo que dices: venga, ponte a trabajar.
    —Hasta luego, Presidenta. [¡Virgen Santa! ¡Qué trapío el de esta mujer! Ni el de las langostas... eeeh... de los toros: ya no sé ni lo que me digo].
Nota del transcriptor. Un recurso tan habitual como tramposo a la hora de contraargumentar es el de descalificar —pretendiéndolo o no— no el argumento sino al argumentador; no lo que éste dice sino a éste como persona.
       Es lo que ha ocurrido una vez más, ahora con ocasión del asunto de los taurófilos (o lidiófilos) y los taurófobos (o lidiófobos). En efecto, han echado en cara los primeros a los segundos el que estos mucho protestar por las corridas de toros y el sufrimiento que puedan causarle a esos animales, y no se meten en cambio —siguen diciendo los taurinos—, por ejemplo, con el que se inflige a las langostas en el cocedero. Se podrá acusar a quienes omiten defender también a las langostas y a los patos y a las merluzas y a todo bicho viviente, se les podrá acusar, digo, en el peor de los casos para los acusados, de incoherentes o inconsecuentes, pero eso, la incoherencia, no quita ni añade un ápice a la verdad o falsedad de lo que argumenten.
       Se podrían poner muchísimos más ejemplos de esa forma de razonar, pero, siguiendo con el caso de los toros, también se ha argumentado que los lidiófobos no protestan contra el aborto y sí lo hacen contra la muerte de los toros. Pues volvemos a las mismas: el no protestar contra el aborto no invalida el argumento contra las corridas, aunque a los abolicionistas de éstas se les pueda acusar etc. Eso, además, en el supuesto, que ya es suponer, de que quienes protestan contra una cosa no sean los mismos que protestan contra la otra, y ni unos ni otros tienen por qué dar explicaciones de cómo piensan en otras cuestiones distintas a las que se planteen.
       Y un tercer ejemplo, de hace unos años, para terminar. Cuando las manifestaciones contra el bombardeo y la invasión de Irak se acusó, incluso por parte de filosofantes de mucho copete, de que quizás aquellos no se manifestaban contra el terrorismo. ¡Vaya por Dios! ¿Cómo iban a tener razón en sus protestas contra lo de Irak quienes no condenaban (según ellos) el terrorismo? Imposible.

8/3/10

Corridas de langosta

(Una proposición a la señora Presidente del virreinato etc.)

Aunque no creo que haga falta porque en cuanto se haya enterado de la memez, difundida hace un rato en un blog de por aquí, de que las langostas sufren tanto o más en la cazuela que los toros en la plaza, se habrá dicho: "¡Tate! ¡A ver si a alguien se le va a ocurrir pedir el cierre de los cocederos de langosta y tenemos un disgusto! Blindémoslos". Y a continuación: "¡Consejero!" (de Cultura, o de Gastronomía, que también es cultura, ¿no se había enterado usted?), "me vas a preparar una orden declarando bien cultural las corridas, digo los cocederos, de langosta".

Nada que hacer

Revista de prensa

Con el título de Afanes de reconquista publica hoy Juan G. Bedoya, en El País, pág. 30, el siguiente artículo:

«Esta llamada —pomposamente— Marcha Internacional por la Vida 2010, con Madrid como escenario principal, es en realidad el lanzamiento de una campaña orquestada desde Roma para movilizar a sus fieles en torno a un enésimo proyecto de reconquista de Europa. En ningún otro continente vive el cristianismo una crisis mayor. El actual pontífice, el alemán Ratzinger, lo ha reiterado hasta la saciedad desde su ascenso al poder absoluto en el Vaticano, en 2005. Pero no ha encontrado un campo favorable para el combate, que dibuja con metáfora cinegética: Europa, antaño cristiana por antonomasia —el resto del mundo era tierra de misión—, es "una viña devastada por jabalíes", entre otros el relativismo y el laicismo.
       ¿Por dónde empezar la reconquista? La respuesta es España, la cuna de Trento según el bueno de Menéndez Pelayo. La disculpa, la ampliación de la legislación que despenalizó en 1985 la interrupción voluntaria del embarazo. Importa poco que la reforma impulsada por Zapatero no vaya más lejos que leyes vigentes desde hace décadas en otros países. La palabra aborto es la bandera de enganche, el espantajo necesario en el escenario de la batalla.
       Conviene subrayar esta perspectiva para medir el alcance de la marcha internacional emprendida ayer. La próxima estación es más solemne: la Jornada por la Vida convocada por la Conferencia Episcopal para el próximo día 25. Más lejos, pero con tambores de estruendo, vienen los dos próximos viajes del Papa a España, en noviembre de este año y en el verano de 2011. Ningún otro país del mundo ha merecido tanta atención de este pontífice romano, lo que da idea de hasta qué punto ve en España el escenario del comienzo de la reconquista.
       Estrategias al margen, extraña el empecinamiento episcopal en un fin imposible de obtener: la abolición de la llamada ley del aborto (en realidad: Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo). Es un empeño imposible, pero sostienen que "no pararán hasta lograrlo". Ni siquiera hará caso el PP, cristiano demócrata confeso, cuando regrese al Gobierno. Tampoco les escuchó el presidente Aznar en sus ocho años en el poder, dejando intacta la ley de 1985.
       Otra extravagancia episcopal es la idea de que los socialistas esconden tras esa ley un proyecto educativo de "ideología de género y de incitación al aborto". Lo ha dicho el portavoz episcopal, Martínez Camino, usando incluso la expresión "ideología abortista". Parece demasiado tosco para ser creíble, pero cientos de miles de sus fieles han asumido esa proclama».

Cuatro comentarios:

1. La TVE dijo en el titular de un telediario que el Pp había asegurado que si gobernaban derogarían la ley. Falso: como ellos mismos mostraron al dar la letra pequeña de la noticia, lo único que hubo fue la declaración de uno del partido, supongo que del sector más cercano a la clericalla, diciendo que la ley se puede derogar. ¡Pa chasco que no se pudiera! Pero no lo van a hacer, y si juegan al malentendido de que pudieran hacerlo, están engañando.

2. ¿Contra qué se manifiestan? ¿contra el aborto en todos los casos y, por tanto, contra la ley hasta ahora vigente o contra la reforma de la ley y, por tanto, aceptan la ley actual?

3. Tras esa ambigüedad se esconde una ofensiva visceral-política en toda regla.

4. Estremecedora la foto que acompaña en la misma página a la noticia de la marcha.


7/3/10

DE LOS LIBROS (III)

«Vosotros sabéis [habla Mairena a sus alumnos] mi poca afición a las corridas de toros. Yo os confieso que nunca me han divertido. En realidad, no pueden divertirme, y yo sospecho que no divierten a nadie, porque constituyen un espectáculo demasiado serio para diversión. No son un juego, un simulacro, más o menos alegre, más o menos estúpido, que responda a una actividad de lujo, como los juegos de los niños o los deportes de los adultos; tampoco un ejercicio utilitario, como el de abatir reses mayores en el matadero; menos un arte, puesto que nada hay en ellas de ficticio o de imaginario. Son esencialmente un sacrificio. Con el toro no se juega, puesto que se le mata, sin utilidad aparente, como si dijéramos de un modo religioso, en holocausto a un dios desconocido. Por esto las corridas de toros, que, a mi juicio, no divierten a nadie, interesan y apasionan a muchos [¿cada vez a menos?]. La afición taurina es, en el fondo, pasión taurina; mejor diré fervor taurino, porque la pasión propiamente dicha es la del toro».

(Antonio Machado, Juan de Mairena, XXXVI)

La cursiva de la frase del texto citado es mía. Algo así sospecho yo: el aburrimiento mortal, que estará en gran parte vinculado, precisamente, al hecho de que la "Fiesta" sea objeto cultural. Así es que, señores culturistas y señora Presidente de Madrid y la compaña, para ustedes la perragorda: los toros son cultura.

6/3/10

De la guillotina, los toros, la libertad y la cultura

Bien, en el diálogo que transcribí el pasado jueves se quedaba el taurino-filosofante colgado de los cuernos de la luna, a dónde lo había enviado de una cornada su enemigo (que no 'adversario'). Y de entonces a ahora ¿qué ha habido? Pues, entre otras cosas, artículos de filosofantes-taurinos exponiendo sus sesudos argumentos a favor de que la "fiesta" continúe.
       Pero vayamos a los argumentos de los taurinos. Algunos de esos son tan idiotas que casi no merece la pena ni considerarlos. Como, por ejemplo —que con más o menos disimulo se ha expuesto—, el de descalificar a quien se opone a las corridas por el hecho de ser "nacionalista", que les llaman, como si la verdad o falsedad de lo que digan dependiera del "nacionalismo". Pero, en fin, como digo, el argumento es tan falaz que no merece más atención. ¿Y qué decir del argumento de la "tradición"?: es de los de agárrate a la brocha que me llevo la escalera.
       Entremos en el más consistente, aparentemente al menos, que no es otro que el de la "libertad": "a quien no le gusten los toros, que no vaya". Claro, claro, pero no se haga usted el tonto porque esa no es la cuestión: la cuestión es si en las corridas hay malos tratos al animal (algo que en sí mismo no sería suficiente para prohibirlas) y si esos malos tratos serían legítimos o no. Así es que el factor 'libertad' de asistencia del público, tan caro a algunos ilustrados y que lo manejan pretendiendo que es incontestable —¿nos toman por idiotas?—, no hace al caso. La guillotina, por cierto, se suprimió, como todo el mundo sabe, cuando su espectáculo se quedó sin público —¿a que sí?—, así es que ¿para qué prohibir nada?: cuando el público deje de asistir, se acaba el negocio.
       De la mano del argumento liberal suele venir el de la "cultura", que, como es un concepto con tan buena prensa, los taurófobos se creen en la obligación de rechazarlo, en el sentido de negar que los toros sean cultura, y yendo así a parar al terreno de los taurófilos, en vez de espetar: «muy bien, sea, son cultura ¿y qué? También a veces se habla de "cultura de la violencia" y se rechaza. Así es que ¿por qué habría que aceptar la cultura de los malos tratos al toro?».

P. S. El argumento de la "tradición" les ha costado a quienes contrargumentaban la condena de algunos tarugos —feministas incluidos que están a la que salta— según los cuales, los que rechazaban la tradición como razón suficientemente válida equiparaban la práctica bárbara de la ablación (que, por cierto, es una cultura en donde lo sea) con las corridas de toros. He dicho "tarugos", pero tampoco creo que lo sean tanto como lo parecen: más bien lo que han querido ver —los muy hipócritas— es una magnífica ocasión para escandalizarse.


POR ILUSTRACIONES QUE NO QUEDE


5/3/10

Devota de Frascuelo

¿Tu amor a los alamares
y a las sedas y a los oros,
y a la sangre de los toros
y al humo de los altares?


(A. Machado, en Campos de Castilla)

No me falla, siempre a la vanguardia, siempre puedo contar con ella, con la Presidente del virreinato madrileño, digo. No se si será devota de María, que ni falta que le hará a Ella, a María, quiero decir. Pero sí en cambio, seguro que es devota de Frascuelo, y se ha descolgado con declarar las corridas de toros bien de interés cultural. (La cosa esta de los "bienes culturales" —con el tufillo a patrimonio, ¿patrimonio nacional?— ya en sí misma se las trae).
       No se sabe, o yo no se ni me he molestado en averiguar, por qué le ha dado por ahí, pero viendo cómo se las gasta la señora no creo que sea por nada ajeno al hecho de que en otro estatículo, gobernado por adversarios políticos —¿enemigos?—, quieren prohibir la "fiesta", pero sobre todo porque, probablemente, ha hecho un cálculo electoral y turístico y ha visto un caladero seguro de votos y turistas.
       De todas formas hay que reconocer que es mejor lo de "bien cultural" que lo de "fiesta nacional"... bueno, no se.P. S. A propósito de toros y patrimonios nacionales. ¿Alguien recuerda cuando un ministro felón quiso retirar hace unos años de las carreteras el toro del anuncio de un coñac? ¡La que montaron los patriotas! ¡Vamos, ni con Gibraltarspañol han llegado nunca a semejantes cotas de patriotismo!

4/3/10

En los cuernos de la luna

(número IX de la serie Diálogos)

(Diálogo —breve, interrumpido accidentalmente— entre toro y torero)
Animal (entiéndase 'toro'). ¡Muuuu!

Torero. No te quejes, toro, de tu suerte que para eso te has pegado la gran vida en la dehesa.

A. Vamos a ver, capullo, ¿justificarías tu el circo de gladiadores por la vida que llevaban, cuidados al máximo por sus guardianes?

T. En todo caso, tu sacrificio no será en vano: servirá para conservar la especie: si no fuera por eso ya habría desaparecido y tú ni siquiera habrías nacido.

A. Lo de la "especie" ¡¡¡me la bufa!!!, y nunca mejor dicho, —intelectual leído y escribido como pareces para hacer tanta filosofía sobre mi muerte— y tiene un cierto tufillo fascistoide. ¿¡Y a mí qué me importa, leidillo, si quien voy a morir soy yo!? Además, la situación a la que aludes es absurda: si 'yo' no hubiera nacido, no sería yo.

T. Pero es que los que quieren...

A. Que nada, hombre, que ya se me están hinchando las pelotas... Te voy a dar yo una especie de cornada...

T. ¡¡¡No, quieto, nooo...!!!

A. ¡Jua jua jua!... digo... ¡muuuu!

3/3/10

Breves (16)

Me pregunto cuántos de los vociferantes y justicieros que acuden a las puertas de comisarías o juzgados a gritar a un detenido: "Asesino", "Joputa", "Púdrete en la cárcel" y otras lindezas por el estilo, y aun, si les dejaran, llegarían al linchamiento, me pregunto, decía, cuántos de ellos son cristianos. Porque quienes lo sean, tan virtuosos, olvidan el mandato de Jesús: "No juzguéis".

2/3/10

Circo ante los juzgados

Pasaba esta mañana cerca de los juzgados de Alcorcón cuando a las puertas he visto una multitud con cámaras y micrófonos, así como furgonetas y coches subidos a la acera o a pasos de cebra (parece ser que la autoridad, que para eso lo es, a veces permite estacionar dónde al conductor le sale). Lo que he pensado es que se trataba del rodaje de alguna escena de película o de serie de televisión.
       Al cabo de varias horas he vuelto a pasar por el mismo sitio y la situación era casi similar: la diferencia es que había aún más gente. Para el rodaje de una escena me parecían muchas horas y, sobre todo, salvo que se tratara de una película de romanos, muchos figurantes.
       Hace un rato me he enterado, sin preguntar, de que de película nada: se trataba de que un famoso reo, uno de los condenados por la muerte de una joven hace unos años, acudía a los juzgados, no se para qué, si para otra vuelta de tuerca de la justicia o como testigo o no sé.
       ¡Ah, los medios: siempre dispuestos a cumplir con su sagrado deber de informar —dicho sea "sagrado" en el sentido casi literal, o sin casi, del término, en cuanto al culto de los medios a la "realidad", que le llaman— y a ofrecer al público lo que demanda! ¡Y el público, siempre dispuesto a demandar lo que los medios le ofrecen!

P. S. No se lo que habrá ocurrido a la llegada y a la salida del aludido, pero no me extrañaría nada que haya sido lo de costumbre en estas ocasiones: la multitud virtuosa gritando, mientras grababan las cámaras: "¡Asesinooo!".

1/3/10

De dioses y víctimas (I)

Las hostias son víctimas ofrecidas a Dios en sacrificio (diccionario). ¿No son acaso 'Automóvil' o 'Progreso', entre otros, nuevos dioses? ¿Son, pues, las víctimas de la carretera las hostias ofrecidas al dios Automóvil, al dios Progreso? ¿Son víctimas expiatorias que estos dioses modernos reclaman?
       Es más: ¿Hay dioses sin víctimas? ¿Qué actitud adoptar ante los dioses demandantes de sacrificios (¿redundancia?)? ¿No sería lo más digno —lo "más elevado para el espíritu", dicho a lo Hamlet—, como el otro, el "non serviam"?

27/2/10

El jesuita, el Rey y las ruedas de molino

Preguntado por audaces periodistas sobre la posibilidad de excomulgar al Rey por sancionar y promulgar la llamada "ley del aborto", el secretario y portavoz de los obispos españoles dijo, si no entendí mal, que no era comparable con el caso de los diputados porque mientras estos tienen la posibilidad de votar 'sí' o 'no', la acción del Rey, por el contrario, "es única".
       Esto sólo puedo entenderlo en el sentido de que el Rey, según el monseñor, sólo tiene en su mano la acción de firmar, algo que en rigor es así puesto que 'no-firmar', en sí misma, no es una acción propiamente dicha. Pero esto, por otra parte, es un sofisma porque el que el Rey al actuar sólo lo pueda hacer en un sentido —firmando la ley, y sancionándola y promulgándola por tanto— no significa que no pueda eludir la acción: bastaría con que renunciara a la jefatura del Estado.
       No obstante el sofisma del obispo portavoz, no creo haber oído a ninguno de los susodichos periodistas presentes en la rueda de prensa que le hiciera ver al epíscopo que estaba tratando de hacer comulgar con ruedas de molino, y nunca mejor dicho.
       Me parece evidente, por otra parte, la imagen que el portavoz episcopal quiere hacer llegar: por un lado los diputados, con dos botones ante ellos: el del 'sí' y el del 'no', y por otro lado, Su Majestad el Rey (como algo untuosamente —suele ser propio de obispos— y con repetición innecesaria —sería suficiente con "Su Majestad" o "El Rey"— dice el pastor eclesiástico), quien tendría ante sí un solo botón: el de la firma.
       ¿No habría sido mejor argumento el de que sancionar y promulgar una ley no es apoyarla, sino ordenar que se publique lo que YA es ley? ¿Por qué el prelado no lo emplea? Probablemente porque no las tiene todas consigo. Así pues, ante la duda de si sancionar una ley es apoyarla o no, con consecuencias diferentes en cada caso a efectos de las excomuniones eclesiales, opta por el galimatías-sofisma de la "acción única". Muy jesuítico.

P. S. Por otro lado, la campaña de rezos para que Dios ilumine al Rey a la hora de decidir (¿?) es hipócrita porque lo que pretende es que lo ilumine en un sentido determinado: en el de no firmar. A su vez, esta pretensión de que el Rey no firme (¡pero tendría que renunciar a su cargo, insisto!) para que así la ley no entre en vigor es necia a más no poder: no hace falta ser ningún eminente jurista para darse cuenta de que alguien tendría que asumir la función.

26/2/10

Tertium non datur

Parejas famosas (5)

Se ha podido leer estos días que "Un nuevo error de la OTAN mata a 27 civiles en Afganistán" (por ejemplo, titular del diario Qué!, 23 de febrero, pág. 9). Leyendo el subtitular me entero de que el "error" —que, al ser calificado de "Un nuevo", se deduce, lógicamente, que no es el primero del mismo tipo— consistió en que los tres vehículos en que viajaban las víctimas fueron confundidos con convoyes talibanes. ¡Claro: así se explica! ¡Como eran talibanes... pues leña al mono: primero se bombardea y después se averigua!
       Pero es que da la casualidad de que disparar sin preguntar es lo que se hace con los enemigos de guerra, o a los que se toma por tales,... sólo que para eso tiene que haber una guerra, y ya nos han explicado los señores de la paz Y de la guerra, a través de los Medios, propaladores [sic por la última coma] de sus ideas, que no la hay. Pero si no hay guerra, aquellos a quienes se persigue serían meros delincuentes, y a los delincuentes se les detiene, o se intenta (la policía, por cierto, y no el ejército, aunque tampoco es óbice para que éste pueda colaborar: en algo se tiene que entretener y, de paso, ayuda al poder en alentar la pareja de términos opuestos que se sostienen el uno al otro, 'paz'/'guerra'), y se les juzga.
       Así es que una de dos: o hay guerra y los "terroristas", como está mandado que se diga, no son tales sino enemigos de guerra y sus acciones serían acciones de guerra. O no la hay y se detiene y se juzga a los delincuentes, pero no se les bombardea. De modo que, señores mandamases: no me líen, por favor.

23/2/10

Parece que fue ayer

Aquella tarde me enteré al llegar a casa de que unos civiles-militares, surgidos como personajes patriotas de una opereta, y que, evidentemente, no se enteraban de por dónde iban los nuevos aires del poder, habían irrumpido en el Congreso donde los demócratas celebraban un aquelarre para cambiar al jefe, si no recuerdo mal.
       Dormí como un bendito, como quien oye llover, y también cuando las masas salieron a la calle para rechazar, como buenos demócratas, el golpe con el que el glorioso ejército entonó su propio canto del cisne: aquello fue el fin de un ejército golpista por esencia (fin, como tal ejército golpista —ahora es de lo más moderno y demócrata—, confirmado con el ingreso o permanencia, o lo que fuera aquello, en la NATO unos años después, organización encargada de bombardear de vez en cuando aquí o allá con la finalidad de preservar la paz), cuyo último éxito había tenido lugar 45 años antes —a costa de desencadenar una guerra—, y el principio o afianzamiento de la nueva forma de dominio bajo la democracia.
       Al día siguiete de la fantasmada me enteré, mientras acudía a trabajar y el esperpento continuaba (lo más grandioso de la hazaña fue ver salir a los guardias por las ventanas), de la actitud de la hoy ya decadente Santa Madre Iglesia, que, por lo que se dijo, y yo me lo creo (Mater et magistra), guardó un prudente silencio... hasta ver por dónde iban los tiros, y nunca mejor dicho. Más de un párroco u obispo debió de pensar: "Mira que si después de seguir adaptándonos al poder de siempre, bajo el nuevo césar, como hemos hecho desde los tiempos de Constantino, ahora tenemos que volver a desempolvar el palio para llevar otra vez bajo él a un dictador... En fin, esperemos a ver qué pasa". ¡Ah, la Santa Madre, siempre "astuta como serpiente y prudente como paloma"!

P. S. Los medios, entonces no tan desarrollados como ahora pero que ya apuntaban maneras, como corresponde a una democracia y a su libertad de información, debieron de ponerse las botas con tanta algarabía y juego informativo como dio la zarzuelada. (Dicho sea lo de "zarzuelada" sin segundas intenciones). Recuerdo en especial el inefable titular del diario que ya era la joya de la corona de la prensa española: "El País, con la democracia".

P. S. Había pensado ponerle otro título a esta entrada: Tal día como hoy, hace 29 años, era carnaval.

22/2/10

71º aniversario

Como mi recuerdo y homenaje particular a Antonio Machado, en el 71º aniversario de la muerte, copio dos emocionantes poemas de su obra Galerías, no tan conocidos como el que acaba con "Una de las dos Españas..." —famoso y algo sobado y utilizado a veces con intenciones políticas, y que parece como si Machado no hubiera escrito otra cosa—, pero sin duda de mejor factura.

                                    Desnuda está la tierra,
                                    y el alma aúlla al horizonte pálido
                                    como loba famélica. ¿Qué buscas,
                                    poeta, en el ocaso?
                                        ¡Amargo caminar, porque el camino
                                    pesa en el corazón! ¡El viento helado,
                                    y la noche que llega, y la amargura
                                    de la distancia!... En el camino blanco
                                        algunos yertos árboles negrean;
                                    en los montes lejanos
                                    hay oro y sangre... El sol murió... ¿Qué buscas,
                                    poeta, en el ocaso?

                                                        * * *

                                    Eran ayer mis dolores
                                    como gusanos de seda
                                    que iban labrando capullos;
                                    hoy son mariposas negras.
                                       ¡De cuántas flores amargas
                                    he sacado blanca cera!
                                    ¡Oh tiempo en que mis pesares
                                    trabajaban como abejas!
                                        Hoy son como avenas locas,
                                    o cizaña en sementera,
                                    como tizón en espiga,
                                    como carcoma en madera.
                                       ¡Oh tiempo en que mis dolores
                                    tenían lágrimas buenas,
                                    y eran como agua de noria
                                    que va regando una huerta!
                                    Hoy son agua de torrente
                                    que arranca el limo a la tierra.
                                        Dolores que ayer hicieron
                                    de mi corazón colmena,
                                    hoy tratan mi corazón
                                    como a una muralla vieja:
                                    quieren derribarlo, y pronto,
                                    al golpe de la piqueta.

17/2/10

La dictadura del espectadorado

En dos entradas anteriores he dado cuenta de la falta de respuesta de la defensora del espectador de TVE ante una queja mía sobre la costumbre de la cadena de cortar una película apenas si empiezan a aparecer los títulos finales de crédito, incluso cuando estos se solapan con las últimas imágenes de la película: nada, sin piedad: cortan y en paz.
       Pues bien, tras insistir, ayer recibí respuesta en imeil —al que me ha faltado tiempo para responder—, asegurándome la defensora que no le constan correos míos anteriores al último, al que ella responde, y la respuesta es admirable, motivo por el que la comento.
       No voy a comentarla párrafo a párrafo, respuesta que, por otra parte, es de la defensora o de lo que a ella a su vez le han contestado —quien sea: un director, programadores, etc.—. Al final la copio íntegra para quien tenga paciencia de leerla. Comento, pues, algunos párrafos, que pongo en cursiva. (Obsérvese la jerga, que tampoco tiene desperdicio).

«Los títulos de crédito de los largometrajes son segmentos de muy larga duración (desde cinco minutos hasta incluso diez) sin contenido específico que, en el fluir de la programación [subrayado mío] de una cadena de televisión suponen una interrupción brusca de la misma [¡de la misma!, es decir, de la programación]»

       Los títulos de crédito no llegan muchas veces a cinco minutos, pero es que aunque así fuera, el problema es que no aparecen, no ya durante cinco minutos sino ni tan siquiera durante cinco segundos. ¿"Sin contenido específico"? "¡Gensanta!", que diría el otro. Imagínese usted, improbable lector de este blog, por ejemplo, en la película Hannah y sus hermanas: empiezan los títulos en blanco sobre un fondo negro y con un excelente fondo musical, mientras se nos informa de que: Mia Farrow interpreta a Hannah; Max Von Sydow a Frederick; Dianna Wiest a Holly, etc. ¿Esto no es "contenido específico"? ¿"Interrupción brusca en el fluir de la programación"? ¡Pero qué barbaridad! Nada, nada: dejémoslo, no vayamos a provocar un trombo en la programación.

«la mayoría de los espectadores de televisión [...] agradecen poder continuar viendo su programación de televisión sin tener que esperar períodos “muertos” de 10 minutos al finalizar un producto»

       No se cómo habrán averiguado el gusto de la mayoría: ¿Han recibido tal vez un aluvión de reclamaciones —para que se supriman los títulos finales— de espectadores ansiosos por pasar a ver el siguiente "producto"? ¿Han hecho una encuesta? ¿O es lo que los programadores presuponen como gusto de la mayoría? Y aunque éste así fuera: ¿No sería un gusto averiado y que no habría por tanto por qué respetar? ¿Qué pasa con las minorías que aprecien la película hasta el último título y hasta la última nota musical? ¿No estaría, en todo caso, ese supuesto gusto mayoritario inducido por la propia práctica de la televisión? ¿No podrían aprovechar las mayorías esos "periodos muertos" (¡!), si tan insoportables les resultan, para hacer un pis antes de pasar a ver el siguiente "producto"? ¿Cómo es que esa mayoría, que probablemente quiera tener musiquita hasta en el confesionario —¿la hay ya?—, no aguanta unos minutos de música al final de una película? ¿No es bochornoso ya sólo el hecho de que se refieran al tiempo de los títulos finales como "periodos muertos"?
       Pero, volviendo a ese supuesto libre gusto de la mayoría: ya metidos en harina podrían también suprimirse no sólo los títulos finales sino los del comienzo: ¡directamente al grano! Porque al fin y al cabo, ¿le importa a la mayoría el nombre de los actores ni, mucho menos, el del director, por ejemplo? ¿Pues entonces para qué sacarlos?: se cortan y en paz. Incluso hasta se podría cortar alguna que otra secuencia de por enmedio siempre que no dañe "la obra narrativa". (Esto de "la obra narrativa" son palabras de la defensora). Ya le he advertido a doña Elena Sánchez Caballero que lo de este último párrafo mío no se lo cuente a los programadores, no vaya a ser que se lo tomen en serio y empeoremos más aun las cosas.
       Pues bien, como puede verse, lo que manda es el gusto de la mayoría, supuestamente libre y autónomo y sin determinación ni inducción ninguna. Es lo que podríamos llamar, por tanto, la dictadura del espectadorado, y perdón por el palabro, salvando, naturalmente, todas las distancias que hagan falta con relación a la histórica frase a la que alude. De esa manera, la vanguardia de tal espectadorado son... los programadores, quienes se constituyen en la guía del proletariado... digo del espectadorado, al mismo tiempo que ejecutores de sus mandatos... digo de sus gustos. Esto es la revolución... digo ¡esto es la leche!

P. S. Obsérvese la diferencia entre las cadenas comerciales de televisión y la televisión pública (¿?). Consiste en que las mismas barrabasadas con las películas, aquellas las hacen financiadas con publicidad, y la TVE las hace con los impuestos.

***

Transcripción del imeil de la defensora (las cursivas y comillas son suyas).
«Estimado Sr. García:
Muchas gracias por dirigirse a la defensora interesándose por la emisión de los títulos de crédito de los largometrajes. He remitido su escrito, junto a otros que he recibido en el mismo sentido, al Director de Antena para que conozca su opinión y sea, debidamente tenida en consideración. Asimismo, le he pedido que explicara el criterio por el que actualmente se omiten los títulos de crédito y esta es la respuesta que he recibido:
"Los títulos de crédito de los largometrajes son segmentos de muy larga duración (desde cinco minutos hasta incluso diez) sin contenido específico que, en el fluir de la programación de una cadena de televisión suponen una interrupción brusca de la misma". En su escrito, José Antonio Antón me dice que TVE se rige por el interés de la mayoría de los espectadores de televisión que "agradecen poder continuar viendo su programación de televisión sin tener que esperar períodos “muertos” de 10 minutos al finalizar un producto".
Estas decisiones corresponde tomarlas a los responsables de Programación y a la defensora respetarlas, pero tenga por seguro que recogeré su queja en el próximo informe trimestral para el Consejo de Administración, al tiempo que me propongo abrir una reflexión [¡!] en la Dirección de TVE sobre la pertinencia de mantener los títulos de crédito cuando su omisión pueda dañar la obra narrativa.
Le agradezco el interés que muestra en la calidad de las emisiones de TVE y aprovecho para enviarle un cordial saludo,
Elena Sánchez Caballero

P.D.- Respecto a que no haya tenido Usted respuesta, lamento decirle que no consta en nuestro archivo ningún correo suyo anterior. Quizá lo hizo desde otra dirección de correo electrónico.»
[Pues no: los envié todos desde la misma dirección y acusaron recibo de todos ellos].

15/2/10

TVE y su amor al cine

Han estado durante varios siglos anunciando la dichosa gala de entrega de premios Goya (que no ví: no tengo el cuerpo para semejantes ladrillos), se supone que como prueba de su amor por el cine. Pero este amor no le impide a la cadena oficial (y a todas, pero es que esta la pagamos con los impuestos) seguir cortando, inmisericorde, los títulos de crédito al final de la película porque no deben de haberse enterado de que hasta el rabo todo es toro.
       La última vez que lo perpetraron —que yo haya visto— fue con la película Luz de domingo —en un programa dedicado al cine español—, con las últimas imágenes apareciendo al mismo tiempo que los créditos. No es que la película sea precisamente para tirar cohetes, pero esa no es la cuestión. La cuestión es que semejante infame práctica es una falta de respeto al espectador.
       Y para mayor tomadura de pelo, la cadena tiene una defensora del espectador a la que ya me he quejado sin que se haya dignado contestar.
       Lo que no comprendo, por otra parte, es cómo los directores de las películas o distribuidores o quien sea no se quejan por la mutilación. ¿O es que si se quejan no les echan sus películas ni mutiladas siquiera? A ver si va a ser eso.

10/2/10

Altius

El lunes pasado salió un tipo en la última de un periódico desayunando con el periodista —desayuno a 15,40 euros por barba—.
       El motivo del encuentro es que al tipo en cuestión, quien por lo visto es famoso como paracaidista, pero a quien no tengo el gusto, se le ha ocurrido la gilipollez de tirarse desde la estratosfera —con paracaídas, me parece—. ¿Y por qué se le ha ocurrido la grandiosa idea? Pues porque, según él, "El mundo necesita un mensaje de superación".
       ¡Vaya por Dios! Y uno que creía que el mundo actual, si se distingue por algo es por la competición a todas horas y con motivo de lo que sea. Pues parece que no es suficiente: hay que tirarse en paracaídas desde lo más alto.

9/2/10

¿Caja Madrid, una entidad financiera?

Un amigo, cliente de Caja Madrid, me da a leer una carta que ha recibido firmada a estampilla por el flamante presidente de la entidad, de la que extraigo las siguientes perlas (dichas sean aparte del estilo que emplea de ejecutivos, mandatarios, publicitarios y próceres en general. Como, por ejemplo —¡cuidadín que viene de arriba!—: "nueva etapa enmarcada por un entorno en el que transparencia, eficacia, eficiencia y flexibilidad definirán las posibilidades de éxito". Obsérvese que no sólo van a ser, en la "nueva etapa", eficaces sino, por si fuera poco, también van a ser eficientes. Aparece también —¡¿cómo no?!— en algún lugar del escrito el concepto de 'apostar'. ¡Ay, cuanto "apuestan" ahora políticos y empresarios!).

Las perlas:

1. La carta no lleva fecha, pero eso no le impide al flamante decir cosas como "Comenzamos hoy" o "la institución que desde hoy".

2. A dos cifras, en valor absoluto, sobre los millones del activo y el número de oficinas, las denomina "estos [sic por el masculino] ratios", cuando hasta el estudiante más torpe de economía sabe que 'ratio' es una relación (¿cociente?) entre dos cifras, no un valor absoluto.

3. (Creo que es la mejor). C M "es mucho más que una entidad financiera". ¡Si lo sabrá el ex del FMI! Por si el sostenimiento del régimen dominante (del dinero) no estuviera suficientemente asegurado con que haya banca, ahora tiene que haber entidades financieras que sean "mucho más" que entidades financieras.
P. S. Entre toda la publicidad-palabrería del escrito, los clientes tendrían que agradecer que NO recurra al idiota y habitual estimado barra a cliente barra a.

2/2/10

Breves (15)

Parafraseando a Machado ("El ojo que ves no es / ojo porque tú lo veas; / es ojo porque te ve"):


La TV que ves no es
TV porque tú la veas;
es TV porque te ve.

26/1/10

¡Música, maestro!

Música para todos los públicos y por todas partes, "de fondo" o ambiental (¿música placenta?) o a toda pastilla, tanto da: en los bares (con la inevitable televisión y las no menos inevitables tragaperras —sin estos dos instrumentos probablemente los bares se arruinarían—: ¿decía usted algo de la contaminación por humo del tabaco? ¿algo que decir de la "contaminación acústica", que le llaman, en estos locales?); en los lavabos de los bares; en los autobuses y, ¡¿cómo no!?, en el metro; en los ascensores; en las salas de espera; en la peluquería; en el coche del descerebrado con la música atronando (una simbiosis perfecta la del coche con la tachunda musical); en el coche de amigos y familiares —en cuanto se montan—; en la playa —a poco concurrida que esté, siempre tiene que haber algún simpático macarra con la musiquita o se oirá desde algún chiringuito no necesariamente cercano. Y si no, podrá usted disfrutar del agradable pedorreo de las motos acuáticas. La no menos agradable melodía de las terrestres, a poco cerca que quede el paseo marítimo, también le llegará—; al teléfono, mientras esperamos a que nos atienda "uno de nuestros operadores". En fin, la lista de sitios con música sería interminable: no queda prácticamente rincón ninguno en que se pueda estar sin ella.
         Pero lo que me faltaba por ver o, mejor dicho, por oír: en la ventanilla del banco. Hace unos días acudí a uno y el tipo de la caja tenía la música de un aparato de radio, que seguramente se habría llevado de su casa. No le dije nada porque no soy cliente y la visita era, por tanto, ocasional.
         A qué viene esta batahola universal se me ocurre que se debe al inmenso aburrimiento social (¿horror al vacío?), aburrimiento de magnitud comparable y paralelo a la industria del llamado "ocio" o "tiempo libre".
         Es la música como líquido amniótico; conservante social; perejil de todas las salsas; costra de todos los ruidos; manta que tapa el inmenso aburrimiento de fitures y demás; desodorante que disimula, a la par que incrementa, los malos olores.
         ¡¡¡Siiist...!!!

19/1/10

La defensora del espectador de TVE no contesta

No obstante el creciente aborrecimiento de la televisión he seguido con la costumbre de grabar películas. Grabadas consigo dos cosas: verlas cuando se me tercie y saltarme la publicidad.
         En lo que se refiere a la TVE en concreto, como se sabe y se han encargado de propalar, se han suprimido los anuncios... (bueno, casi todos, porque ahora se dedican a anunciar los productos de la casa), a costa de una mayor financiación por medio de los impuestos. Yo, que detesto la publicidad, prefería ésta a que se sostengan los productos televisivos con el dinero de todos, por mucho que se les llene la boca con lo de la "televisión pública": ésta produce las mismas chorradas que las privadas, así es que quien esté dispuesto a sentarse ante la televisión, que trague publicidad.
         Pero en realidad, a donde quería ir a parar es a que a pesar de la supresión de la publicidad, en sentido estricto, la TVE sigue con la aberrante práctica de suprimir los títulos de crédito al final de la película. En efecto, cuando está usted tan tranquilo oyendo la última música e identificando a los actores de cada personaje... ¡zas!, el encargado de la cosa corta por lo sano (¡así se le quedara pegada la manita al botón!). Una práctica, además de infame, absurda porque la película dura lo que dura y el final también es película.
         Y aquí es donde aparece la defensora del espectador o, mejor dicho, no aparece, porque después de quejarme a la cadena de la práctica que considero un atropello (lo hice con ocasión de una película que cortaron del modo dicho en un programa dedicado al cine, para más inri), y sin que me contestaran, me dirigí a la defensora, quien tampoco me contestó. ¿Marca de la casa?

15/1/10

Haitiada

De vez en cuando surge la clásica cuestión de la explicación del mal, cuestión que se suele plantear astutamente (¿?) como para poner en entredicho la existencia de Dios. Algo como: "Si Dios existe, ¿por qué consiente... ?" En esta ocasión ha sido como consecuencia de la catástrofe en Haití ("el país más pobre de América", dicen con orgullo los audaces reporteros), y el encargado de plantearla, al menos por estos pagos, de meterle los dedos en la boca al entrevistado, ha sido, según he entendido, un parla del arradio, y el encargado de responderla, un obispo.
         La Iglesia (católica, por supuesto, y no se si las religiones en general), que tiene respuesta para todo (incluso para el "sentido de la vida". Pero "Life is a tale told by an idiot, full of sound and fury, signifying nothing", Macbeth), suele dar la de que el mal trae causa del pecado.
         Pero en este caso concreto, al obispo en cuestión, esa respuesta de manual, de doctrina, le ha debido de parecer que sería —y lo hubiera sido— convertir a las víctimas en culpables, algo tan escandaloso que optó por salirse por la tangente y contestar con los romanos cuando le preguntaron por los griegos, alegando que hay males mayores, sea cual sea el contexto que haya querido luego fabricar para justificar su metedura de pata.
         Por otra parte, la cuestión así planteada, por mucho que crean los que lo hacen que meten a la Iglesia en un aprieto, es una ingenuidad, porque la cuestión fuerte no es si Dios existe (pues muy bien, pues que exista), sino si, existiendo, es bueno. Y mientras a la religión le planteen la cuestión de la existencia, se sentirá más bien cómoda, no tanto como si se pretende poner en entredicho la bondad divina.

Artículo relacionado:
Escarnio a las víctimas

13/1/10

Yo antes veía la sierra nevada

Cuando me doy una caminata por la ciudad suelo hacerlo siempre por las mismas calles. En el recorrido, una de estas es la avenida de la Libertad, en el tramo avenida de los Castillos-calle de los Lirios —para quien no conozca Alcorcón, dirección sur-norte, más o menos—, dejando a la izquierda el parque de los Castillos.
         Al pasar por el sitio rara era la vez en que no miraba en dirección oeste —más o menos, también—, cruzando el parque con la mirada hasta dar, allá a lo lejos, con la sierra (supongo, aunque no estoy seguro, que se trata de las últimas estribaciones occidentales de la sierra de Guadarrama). En invierno, en días claros, me gustaba verla nevada... hasta hace unos meses en que es imposible ver, desde esa avenida, la sierra y hasta el parque: se interpone una obra, la del CREAA.
         Quienes viven en Alcorcón saben que es un centro multicultural (Centro de Creación de las Artes de Alcorcón, ¡¡¡oooh!!!) que el Ayuntamiento se empeñó en hacer en el susodicho parque y que consta de varios edificios-mazacotes que, por lo visto, acogerán sala de exposiciones, circo y no se qué otras monadas culturales.
         Y es que, tratándose de cultura, que tan buena prensa tiene y tan ortodoxo resulta —"políticamente correcto", dicen ahora—, parece que las administraciones (color político aparte) no reparan en gastos.
         Y digo lo de "color político aparte" porque en las manifestaciones en contra del Creaa (yo creo que todos los alcorconeros hemos aprendido el nombre, lo cual habría que anotarlo como un éxito del Ayuntamiento) había partidos de la oposición que aceptaban el centro en otra parte..., pero lo aceptaban: ¡a ver si nos íbamos a creer que estaban en contra de la cultura!

8/1/10

El "tiempo libre"

De mi corresponsal en Rágulon, H. M.

«Pensaréis, terrícolas que leáis esto, que mucho tiempo libre debo de tener para dedicarme a dirigiros estas misivas. Y no, no lo tengo... vamos, ni lo tengo ni lo dejo de tener, porque ese concepto, 'tiempo libre', u 'ocio', como también decís, pertenece a la Tierra —o al menos a eso que ineptamente llamáis "mundo desarrollado"—. Es un concepto inventado por oposición al de 'trabajo', y, por tanto, su equivalente y con el que forma pareja.             Se puede decir que en Rágulon no hay "tiempo libre" —o no hay un tiempo libre trabajoso, como el vuestro— porque aquí no hay "trabajo" propiamente dicho, porque aquí no se trabaja. Y a la vicecontra. Aquí no rigen calendarios, con sus fiestas previstas, ni cómputo ninguno de tiempo ni de años, lo cual conlleva, entre otros muchos beneficios, el de no tener que celebrar nada. Imaginaos: ni puentes, ni fines de semana, ni constituciones, ni inmaculadas, ni solsticios de invierno o navidades, ¡NI FINES NI PRINCIPIOS DE AÑO!
            Ya os oigo refunfuñar —conformes con el sistema como sois— que "¡vaya un aburrimiento!", concepto éste a su vez —también típicamente terrícola— que es consecuencia de la medida del tiempo, y que también forma pareja con el de 'diversión', con que vosotros tratáis de llenar el "tiempo libre" que el trabajo propiamente dicho os deja.»

Fin de la transcripción.

7/1/10

Gracias

A veces la necedad de muchos le puede a uno proporcionar una alegría. En efecto, eso es lo que me he llevado al enterarme de que la Hacienda Pública se va a ahorrar repartir unos 106 millones del último sorteo de lotería —dinero que, de una forma o de otra, se supone que nos ahorraremos entre todos— al no haber sido vendido, sino en una mínima parte, el número del primer premio.
        La razón de esto ha sido que el despacho de lotería al que habían consignado el número lo devolvió por falta de venta al ser un número "feo".
        ¡Ojalá que esta estupidez, entre otras, de números feos y bonitos, tan común en muchos aficionados a la lotería, nos siga dando premios a quienes no jugamos!

4/1/10

¿Y si no regaláramos?

De mi corresponsal en Rágulon, H. M.

«A través de la distancia entre nuestros planetas, me llegan ecos de las fechas de vuestro calendario —aparte de que alguna memoria me debe de quedar de mi época terrícola— y me entero de que estáis en pleno furor de regalos: abarrotando tiendas e hiperalmacenes.
        Pues bien, lo que os quería decir es que ¡¡¡no regaléis!!! Así, como suena: ¡no hagáis regalos, por Dios! ¿Que eso os puede costar muy caro en lo que se refiere a disgustos familiares y con las amistades? Sí... de acuerdo... Pero eso sólo será al principio. Y a cambio no tendréis que andar buscando regalitos para nadie y, sobre todo, no contribuiréis a la afirmación del sistema del dinero que domina en vuestro mundo. Lo peor, en todo caso, que os puede pasar es que os tengan por excéntricos y aguafiestas, pero también puede ocurrir que a la larga el grupo, mínimo al principio, vaya aumentando y aumentando... hasta que quizás ponga en riesgo y haga saltar por los aires el régimen del dinero que padecéis.
        Una de las principales razones por las que emigré a este planeta, norabuena, fue porque empecé a sufrir acosos, amenazas e incordios de los esbirros del capital como sospechoso de ser el organizador de una especie de pacífica célula que proclamaba estar contra el regalo.
        Pero, como digo, esta fue una de las razones; ya os iré contando...
        Saludos ragulitas.»

Fin de la transcripción.