26/4/09

Charada

                            Un mal médico
                            y una mala acción
                            es la solución.

23/4/09

Pedantes

Terminaba el articulillo del 1 de abril con la queja sobre la patada al lenguaje en expresiones del tipo: "Habían varias personas" o "Habrán votaciones" o "Hubieron muchos despidos". ¿Cómo es que lo que toda la vida desde el analfabeto al más culto ha venido diciendo, en los mismos casos, "había... ", "habrá... ", "hubo... ", desde hace algún tiempo les ha dado por las aberrantes expresiones?
      El origen estará, probablemente, creo yo, en la televisión y en la consiguiente propagación entre las masas televisivas: a algún parla, seguramente muy leído y escribido para más inri, se le debió de ocurrir, pensando que lo que viene después de la forma impersonal del verbo es el sujeto, y como en la escuela aprendió (mal, como puede comprobarse) que el sujeto y el verbo tienen que concordar, pues... ya está, no va a decir "hubo" si el sujeto es plural.
      ¿No se les habrá ocurrido pensar a estos malhablados y malescribidos (sigo creyendo que las capas más incultas —¿?— de la población no cometen semejante ultraje, sino que son pedantes los que lo cometen) pensar en carteles del tipo: Hay churros? ¿No habría que decir, según su propia ignorancia, Han churros? Parece que no se atreven a tanto. De momento.

12/4/09

Luna de Pascua

'Las edades y la muerte', Hans Baldung Grien¿Quién nos removerá la piedra del sepulcro?
(Marcos, 16, 3)

‘Pascua’, que, etimológicamente, es ‘tránsito’, ‘paso’, y hace referencia a la celebración hebrea de la libertad del cautiverio en Egipto, es un término que el Cristianismo adoptó para designar la Pascua de la resurrección de Jesús, la pascua cristiana por antonomasia, y que alude al tránsito a la vida desde la muerte, en un intento de consolarnos de ésta. “Muerte, ¿dónde está tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?”, espeta el converso Paulo en I Cor., 15, 55.
        Lo que ha ocurrido es que una sociedad que se cree de vuelta de todo ha abandonado el mito, o lo ha ido reduciendo a cosas de los creyentes, con esa algo obtusa división entre ‘creyente’ y ‘nosoycreyente’. Pero, perdido el mito, ¿qué nos consolará del miedo a la muerte? ¿La ciencia? Humm...

9/4/09

Fruta del tiempo (2)

                              [...]
                            ¿Cuál fue, Jesús, tu palabra?
                            ¿Amor? ¿Perdón? ¿Caridad?
                            Todas tus palabras fueron
                            una palabra: velad.

                                              * * *
                            ¡Oh, la saeta, el cantar
                            al Cristo de los gitanos,
                            siempre con sangre en las manos,
                            siempre por desenclavar!
                                ¡Cantar del pueblo andaluz,
                            que todas las primaveras
                            anda pidiendo escaleras
                            para subir a la cruz!
                                ¡Cantar de la tierra mía,
                            que echa flores
                            al Jesús de la agonía,
                            y es la fe de mis mayores!
                                ¡Oh, no eres tú mi cantar!
                            ¡No puedo cantar, ni quiero
                            a ese Jesús del madero,
                            sino al que anduvo en el mar!


(A. Machado en Campos de Castilla)

                           
Glosa atrevida. Se advierte, creo yo, en el segundo poema una cierta desconfianza o ironía del poeta en torno a la figura de Jesús como víctima, como sufriente, aspecto que más arraigó en el Cristianismo, a causa sobre todo de la Iglesia católica, en perjuicio del Jesús que vence a la naturaleza o a lo que modernamente llamaríamos ‘realidad’. No me cuesta trabajo imaginar la decepción de los primeros seguidores de Jesús, incluidos, por supuesto, los apóstoles, ante su muerte. Algo, o puede que mucho, debió de tener que ver esa (insisto en que imaginada por mí) decepción en el nacimiento de la doctrina de la Resurrección, también como triunfo sobre lo que podríamos llamar la naturaleza. Y aquí pongo fin al atrevimiento de mi interpretación.

3/4/09

De pluma ajena

Publicaba ayer jueves Savater (de quien, dicho sea de paso, me cuesta poco discrepar en otras ocasiones) un artículo (flojo), en la página 41 dEl País, bajo el título Abortos y otras malformaciones, del que, con el fin descarado de arrimar el ascua a mi sardina, expuesta en algunos de mis articulillos de este blog, me permito destacar tres párrafos, que comento:

"No creo en modo alguno que el aborto sea mera cuestión de la posesión de su cuerpo por parte de la mujer [...]"
      ¡Ah, el abracadabrante "mi cuerpo es mío" de las (aquí si que se requiere el femenino) feministas.

"Lo inaceptable [...] es convertir el asunto en una disputa entre criminales y protectores de la vida [...]"
      Yo habría escrito 'Vida', con mayúscula, porque así es como suelen escribirlo, como abstracto, como concepto, como universal. Y lo inaceptable es que se criminalice a la abortadora o abortante (que no 'abortista').

"Sin duda las organizaciones y ciudadanos contrarios a la reforma de la ley pueden expresar su discrepancia ['¡faltaría más!', añadiría yo], aunque sería bueno que se distinguiese entre objeciones al nuevo texto y al aborto en términos absolutos". Énfasis mío.
      Por supuesto que "sería bueno" en beneficio de la claridad, pero aclarar semejante cuestión llevaría a los 'antiabortistas' (como inexacta, equivocada o interesadamente se denominan los contrarios a la despenalización) a unas contradicciones quizás insuperables. Si se manifestaran contra el "aborto en términos absolutos", tras casi veinticinco años de la ley de despenalización, tendrían que explicar por qué ahora. Y si contra el "nuevo texto", estarían admitiendo el actual, es decir, la despenalización hasta ahora vigente.

1/4/09

Preposiciones

Me cachondeaba en mi último 'breve' de la ambigüedad del titular de un periódico, ambigüedad absurda e innecesaria y en modo alguno achacable a las prisas de la redacción ni a la impericia del redactor, teniendo en cuenta que se trataba del titular principal de la primera página y que, por lo tanto, y sin conocer yo el funcionamiento interno de un periódico, es de suponer que está sujeto a revisión, incluso a acuerdo entre alguna clase de consejo de redacción.
      El fallo más bien habría que cargarlo en la cuenta de la pérdida paulatina de la calidad del lenguaje, o del lenguaje periodístico en este caso, pérdida que, más concretamente, podríamos llamar el desastre preposicional, consistente en un mal uso de las preposiciones. En el caso del titular comentado habría bastado para no incurrir en la ambigüedad ridícula con haber usado la preposición ‘de’ en vez de ‘para’.
      Pero, por si el frecuente mal uso de las preposiciones no fuera suficiente, en los últimos años he tenido que asistir a la incorporación al castellano, en una mezcla de esnobismo e ignorancia supina de lo más irritante, de una ¡nueva! preposición: me refiero a ‘versus’ (escrita a veces en abreviatura, ‘vs.’, para más inri). Los ignorantes —no necesariamente poco leídos, y hasta puede que en muchos casos sean muy leídos y escribidos— que tal uso hacen deben de sentirse encantados por el latín de la palabra.
      Y, en efecto, del latín viene, sólo que en éste tiene el significado de ‘hacia’. También podría proceder el uso del inglés, que, al parecer, la tiene incorporada como preposición, en ese idioma sí con el significado de ‘contra’.
      La palabreja no es que sea nueva, ni mucho menos, pues lleva muchos años usándose por parte de escribidores mal-leídos, periodistas y otros así. Sin embargo, mi irritación ha subido de tono desde que en los últimos meses, no se por qué, es raro el día o rara la semana en que no aparece en el título de algún blog, que ya sólo por eso me niego a leer; como me niego también a leer aquellos cuyo texto aparece en mayúsculas —menos gritos, Milagritos—.

P. D. Otra agresión lingüística, ésta más reciente, que me revienta aún más si cabe, es la del tipo: ‘Habían [sic por el plural] muchas personas’, con que parlas profesionales, pero también gente del común, que se deben de creer el colmo de la corrección, me atormentan cada vez que se la leo u oigo —¿cómo es posible que no les resulte horrísono?—. Pero dejemos este comentario aparte (“a parte”, escriben ahora mucho), para otra ocasión.