16/3/11

Escarnio a las víctimas

Hace falta ser fanático para explicar (¿?) —lo leí ayer en un blog de por aquí— lo que ha ocurrido —está ocurriendo— en el Japón como un castigo divino por tanto aborto, tanto divorcio, tantos ataques a la familia tradicional...

"Y entonces", preguntaría uno ingenuamente, "aun aceptando lo inaceptable de semejante castigo a los pecadores ¿a qué se debe el castigo contra quienes no han abortado ni se han divorciado ni... ?". "¡Dios escribe a veces derecho con renglones torcidos!", replicaría, probablemente, el mismo fanático. "¿Ah, sí?", contestaría uno a su vez, "¡Pues ya podría meterse Dios sus renglones torcidos por donde yo le dijera... y aun los derechos!".

Fanatismo, afrenta a las víctimas y falta de caridad cristiana, todo en el mismo lote del fanático.

Ni el mismo Jesús se atrevió a poner como causa de la ceguera de nacimiento el pecado del ciego —ni el de sus padres—, aunque, eso sí, lo cargó en la cuenta de la voluntad divina sólo para que ésta se manifestara, con lo que, por cierto, tampoco Dios quedaba en muy buen lugar.


          Pasaje aludido:
«Pasando [Jesús], vió a un hombre ciego de nacimiento, / y sus discípulos le preguntaron: Señor, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego? / Contestó Jesús: ni éste ni sus padres pecaron, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios».
          Juan 9, 1-3

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