26/9/08

Azúcar, azúcar

Hace muchos años, cuando yo era pequeño
y me mandaban a la tienda a comprar algo, para que no se me olvidara iba repitiendo el encargo por el camino. Por ejemplo: azúcar, azúcar, un kilo de azúcar... Lo que me ocurría a veces es que, de tanto repetir el nombre, la palabra había perdido sentido, de manera que al tratar de enhebrarla en la frase para hacerle el pedido al tendero, no era capaz o me tenía que esforzar.
Me ha venido esto a la memoria cuando he oído por enésima vez la cantinela: “El presunto asesino...”. Y es que los medios, sobre todo los televisivos, no paran de repetir lo de “presunto”: no (ya se entiende) porque quieran salvar la obligada, como no podría ser de otra manera, presunción de inocencia del aludido, que les importa un pito y que se encargan de hacer papilla con el asqueroso agobio de cámaras y micrófonos, sino para curarse en salud y ponerse a cubierto de cualquier denuncia. Pues bien, a mí se me parece que (pero es algo muy subjetivo, que conste), precisamente por la repetición del adjetivo, lo que termina oyéndose y quedando en la conciencia de quien lo oye es casi únicamente el sustantivo: ‘asesino’ o ‘ladrón’ o ‘terrorista’... o lo que sea. Si yo estuviera en lo cierto, los medios estarían haciendo justamente lo contrario de lo que deberían, que no es sino respetar escrupulosamente la presunción de inocencia. Más todavía: a veces he llegado a pensar que es un truco para tachar a alguien de lo que se le quiera tachar anteponiendo el dichoso ‘presunto’.

9/9/08

Notas sobre el aborto

1. No creo que nadie necesite ver fotografías de fetos humanos para percatarse de la violencia del aborto, ni siquiera los más furibundos y pasionales partidarios de la penalización, aunque, ante sus exhibiciones, se podría pensar que las han necesitado para llegar a ser lo que son.
2. Menos que nadie las mujeres (mayoría entre los reclamantes de la despenalización), y menos aún las que alguna vez hayan estado embarazadas.
3. No creo que haya partidarios del aborto. Reclamar su despenalización no es ser “partidario”, ni ser “abortista”, como simplificada y tramposamente dicen los defensores de los fetos ¡y de la Vida!. Trampa en la que, ¡ay!, caen a veces los partidarios de la despenalización.
4. Hablar de “homicidios” y aun de “asesinatos” en la muerte provocada de un feto es una desmesura. En efecto: es una contaminación semántica intencionada, una apropiación de la terminología jurídica, sobre todo en el caso de ‘asesinato’, con fines no sé si simplemente morales o terroríficos o ambos. Por otra parte, que yo sepa, ni en la época más negra del dictador, el código penal ha tipificado de esa manera el delito de aborto. Pero los anti, pretendiendo un corrimiento verbal inadmisible, no se cortan ni un pelo con tal de arrimar el ascua de su visceralidad a la sardina de su gran causa por la Vida.

Amante de la Vida

“Esto, con una noche de París queda compensado” (Napoleón contemplando la escabechina de una batalla)

7/9/08

Los primeros

Cada vez que hay una catástrofe televisiva, los deudos de las víctimas se ven rodeados por políticos y autoridades (que nadie pueda decir ante la ausencia de alguien: “¿dónde está...?”), reyes (quienes en verano se lucen más porque "han interrumpido sus vacaciones"), periodistas, etc. Pero hay un gremio que últimamente no falla: los pisicólogos, quienes probablemente sean los primeros en llegar, antes incluso que los bomberos. Lo advierto: si alguna vez tuviera una desgracia familiar televisable, el cielo no lo permita, pisicólogos asténganse, por favor.

5/9/08

La Renfe, otra que tal

Si usted quiere ir de Gandía a Málaga en tren, como nos apetecía a nosotros ir este año, lo que se le ocurriría es entrar en la página de la Renfe y buscar el itinerario en cuestión. Unos segundos... a ver... pues sí, se puede, aunque sea haciendo un trasbordo. Pero ¿cómo? ¿qué es esto?... hay que venir a Madrid a hacer el trasbordo. Me lo temía. Y es que la Renfe, la empresa encargada de destruir el ferrocarril en España, no ha hecho líneas nuevas desde su fundación, de tal forma que no hay una línea directa, aunque sea con cambio de tren, más o menos trasversal o costera, como la requerida. Se ha dedicado fundamentalmente a tres cosas: a) acudiendo a la vocación de volar, a la que parece que ha sido llamada por los altos designios de la rentabilidad —rentabilidad para la empresa se entiende: ¿pero qué ocurriría si hubiera una especie de renfe de carreteras, o RenCe, y se aplicara ese mismo criterio a las carreteras?—, construir trenes de alta velocidad, con el hallazgo en español de la sigla Ave. b) cerrar estaciones. Y c) construir trenes de cercanías a fin de que la gente se vaya a vivir cada vez más lejos de su trabajo. Otras alternativas sin coche para ese viaje: 1) Gandía-Valencia y avión Valencia-Málaga. 2) En autobús, cerca de diez horas: puede usted elegir entre viajar durante todo el día o toda la noche.

3/9/08

Desvarío de altura

La navegación aérea adoptó de la marítima,
aparte del término mismo de ‘navegación’, otros como ‘aeronáutica’, ‘embarcar’, ‘pilotar’, ‘ruta’ (‘derrota’) y, muy probablemente, algunos más que me olvido. Sin embargo, para designar lo que un avión hace, es decir, moverse (andar o correr) en el aire mediante la propulsión de motores, no adoptó el término ‘navegar’ sino el de ‘volar’, cuando un avión, propiamente no vuela, como tampoco se podría decir, en rigor, que un barco nade. A qué se debe la adopción de ‘volar’ desde el principio de la aviación es algo que me imagino como la confusión entre el deseo del Hombre de volar y la realidad, que no es sino un híbrido entre ‘volar’ y ‘correr’. En efecto, creo que hay en ese deseo una intención no de desconocer o ignorar la ‘ley de la gravedad’, algo imposible, por otra parte, para la racionalidad humana, sino de superarla, superación que, precisamente como tal, implica el reconocimiento y cumplimiento de la ley. Que los pájaros, u otros animales voladores, no es que “superen” la gravedad sino que, sencillamente, la ignoran, me parece claro. Hay además otra diferencia entre el *volar de los aviones y el volar de los pájaros: aquellos *vuelan por efecto de la velocidad y estos por el batir de las alas, que no imprime, necesariamente, velocidad al vuelo.
Bien, pues como, por un lado, los aviadores y compañías voladoras no admiten ‘navegar’ para lo que creen que hacen los aviones y, por otro, el término ‘volar’, aplicado a un avión, esconde una acción híbrida, nada mejor que inventar también, a falta de otro vocablo que quizás a algún lingüista se le pueda ocurrir, un término híbrido como podría ser ‘vorrer’ o ‘colar’ (vo[lar] + [co]rrer) o ‘colar’ (co[rrer] + [vo]lar).
Las entradas en el diccionario podrían quedar:

vorrer. Intr. Acepción única. Correr por el aire, generalmente un avión, mediante la propulsión de motores.
colar3. Intr. Acepción única. V. vorrer.


El segundo, como se ve, con grupo nuevo en el diccionaro, por ser de diferente etimología a los dos ‘colar’ que hay ahora. En cuanto al primero, resultaría malsonante, pero los términos malsonantes abundan en el habla común, especialmente entre locutores y políticos, y se aceptan sin mayor escándalo. (Se me ocurren así, sin pararme mucho a pensar: ‘explosionar’, ‘baloncesto’ —¡cuánto mejor ‘basket’—, ‘concienciar’...). Pero aún les ofrezco otro neologismo a los susceptibles voladores, sin recurrir al híbrido: ‘aviogar’.

P. D. Si se dice “hay un tren a tal hora”, o un autobús, o un barco, se puede decir “hay un avión...”, en vez de “un vuelo”.
Otra P. D. Lo de ‘pilotar’, por cierto, se aplica también a la conducción de coches, y no sé si a la de motos, en esa aberración que son las carreras, con la intención, evidentemente, de distinguirse quien así maneja de un vulgar conductor. Ni se le ocurra a usted durante un *vuelo referirse al piloto, ante un miembro de la tripulación, como “el conductor”: le podría costar un disgusto.