2/5/10

De los bancos, los cajeros y el paro

El viernes último entré en un banco con el fin de sacar dinero de la pared y se me quedó la libreta atascada. No que se la zampara el cajero sino que una vez introducida por la raja al efecto no iba ni para adentro ni para afuera: se quedó asomando como medio cm. Como no estaba dispuesto a irme dejando la libreta en esas condiciones, reclamé a dos empleados hasta que finalmente, tras prácticamente colarme en el despacho de la directora, conseguí que ésta se hiciera cargo del problema y me liberaran la libreta de las garras del cajetín. En total unos 30 minutos.
         Mientras esperaba al lado del cajero haciendo guardia, y contestaba una y otra vez a la pregunta de los clientes que iban llegando y señalaban al chisme: "¿No funciona?", mientras tanto, digo, me sentía como el personaje aquel en la canción de Marieta, de Krae: (parafraseando) "Y yo allí sin mi libreta como un gilipoollas, madre, y yo allí sin mi libreta como un gilipo-o-o-o-llas".
         Bien, ¿y cómo es que con tanta tecnología, ideada ni más ni menos que para ahorrarse empleados, y aumentar los beneficios, que es el fin empresarial, ocurren estas cosas? ¿O es, precisamente, por eso mismo? Porque el problema es que cada vez se ven menos empleados en los bancos (y en otras muchas partes: ¿cuántos años hace que en sitios como ¡Qué corte tan inglés! empezaron a escasear los dependientes hasta el punto de que hay que ir buscarlos? O en las gasolineras con el "sírvase usted mismo". O en las taquillas del metro, que prácticamente han desaparecido. Y en el mismo metro, en el que hasta hace años, muchos ya, además del conductor iba un tipo que abría y cerraba las puertas), empleados de los bancos, decía, que, en el mejor de los casos, se sustituyen por cajeros que fallan más que una escopeta de ferias: ya se sabe, es que se ha caído la línea, así es que la culpa es de la telefónica, no del banco que se limita a instalar el trasto.
         Y todo esto de la última parrafada se traduce a la larga en destrucción de empleo, en ese paro que los "expertos" llaman "estructural" y que ningún gobierno acabará con él, por lo que ya va siendo hora de que los próceres de la política y del capital, en vez de dar a entender que, más tarde o más temprano, dejando por el camino no más víctimas que las que el progreso necesite —usted ya se hace cargo—, acabará trabajando todo el que quiera, lo aclaren: que hay un nivel de paro (que a su vez tiende a subir a medida que aumenta la tecnología) con el que no se va a terminar nunca. Dejar creer otra cosa es engañar.

P. S. ¿Que de qué banco se trata? ¿Pero eso qué más da? ¿No ve que todos se parecen y sin embargo son el mismo?

Otro P. S. La cola ante la ventanilla del banco era impresionante, como de unas 25 ó 30 personas, lo que se debía, sin duda, entre otros factores, a dos: 1. A que ahora no abran los sábados, medida que, si puede ser beneficiosa para los empleados actuales, a la larga es una amortización de puestos de trabajo. 2. A que el cajero en el que seguía presa mi libreta no funcionaba, porque a la directora le faltaron reflejos para ordenar cuanto antes el desatasco, como consecuencia del cual el chisme habría podido funcionar. Claro que, a lo mejor al banco le importa un pito que usted tenga que esperar más o menos porque sabe que no va a tener más remedio que de una forma o de otra hacer la gestión que necesite.

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