26/2/08

Agresión

Cuando oí a R. decir en el llamado
debate ("llamado" porque allí se debatió más bien poco: lo que se vió fue cómo R., al igual que los malos boxeadores, se abrazaba al cuerpo del adversario para tratar de inmovilizarlo, y cómo éste, a veces, malamente intentaba zafarse) la frase: “Yo lo que nunca haría sería agredir a las víctimas del terrorismo, como ha hecho usted”, que sonó como un trallazo, como aquella otra que soltó hace meses en el Congreso, dirigida también a Z.: “Usted ha traicionado a los muertos”, me entró la sospecha de que se trataba de una villanía de quien la pronunciaba, un golpe bajo con intención de arañar unos miserables puntos al adversario. Pero como no explicó a qué se refería, siempre cabía la duda. Sin embargo ésta se me despejó, en contra, naturalmente, del autor del latigazo, cuando Acebes (A veces se ve c’Acebes se ceba, divertido palíndromo inventado por G. Hidalgo Bayal) nos lo aclaró: parece ser que a lo que se refería era al asunto de famoso terrorista a quien se le permitió trasladarlo a un hospital después de una huelga de hambre. En efecto, la frase de R. era una villanía.
Bien, si R. dice que no haría lo que dice que no haría, concedámosle al menos el beneficio de la duda. Pero si no agrediría a las víctimas, lo que sí hizo en cambio fue contribuir a fabricarlas cuando apoyó como miembro del Gobierno español la infame invasión de Irak. Claro, en rigor, no hubo agresión a víctimas porque estas no fueron tales (¡y del terrorismo mucho menos, por Dios, por Dios, que eso no es terrorismo, sólo unas bombas lanzadas por el ejército de un país!) hasta que no se produjo el bombardeo.

20/2/08

Ni para envolver bocatas

Me echo a la cara la edición de hoy
en papel del periódico global en español y leo, para mi sorpresa, como noticia principal de portada, ¡a 5 columnas!: “Castro abandona el poder”. La sorpresa no viene por la noticia en sí que ya se conocía en España desde ayer por la mañana y que todos los medios audio-visuales-digitales han difundido hasta el aburrimiento, sino porque después de todo eso un periódico lo dé como noticia. (Otra cosa habría sido que hubiera titulado: “La renuncia de Castro patatín y patatán...”, o algo así, como dando ya la renuncia como tal por conocida). Pero creo que ha habido otra razón para mi perplejidad al leer el titular, y no es otra que el considerar la fugacidad de las noticias: algo que se produjo hace escasas horas y ya es viejo.