26/12/09

La tecnología, ancilla capitis

Aprovechando que el sábado me he liberado de la compra del periódico, con buena temperatura que permite andar a paso rápido, decido darme una caminata. Antes de volver a casa, me paso por el banco para sacar algo de dinero con la libreta.
        Pues bien, me he dado con la puerta en las narices. Resulta que a partir del 26 de diciembre "esta oficina permanecerá cerrada los sábados". Un recorte más en los servicios, como ya hubo otro en el mes de agosto pasado en que cerraron algunas oficinas —de otra entidad—. Pero, sobre todo, un recorte más en la plantilla, que es en lo que, más tarde o más pronto, se traduce; porque, evidentemente, no es que cierren porque no dispongan de personal, ni mucho menos porque hayan tratado de contratarlo y no lo hayan encontrado, sino porque lo que persiguen es reducirlo.
        "Haga sus operaciones en nuestros cajeros", seguramente recomendarán. (Quizás deberían añadir: "Si tiene usted suerte, y funcionan"). De eso se trata, precisamente, de mecanizar, informatizar, automatizar los trabajos todo lo que se pueda... no para librar a los hombres del yugo del trabajo, sino para ahorrar mano de obra en beneficio del capital.
        ¡Cómo ha cambiado el progreso!: lo que en sus comienzos podría tomarse como facilitación de una tarea penosa o hacer un trabajo menos duro, en beneficio de quien lo padecía, ha devenido beneficio del dinero y... aumento del paro: una causa ésta, la de la automatización de trabajos, que me da la impresión de que no se tiene en cuenta a la hora de buscar las causas del desempleo. Creo que ya se debería haber visto que la reducción del paro, al menos en la medida en que los próceres de los partidos y del capital pretenden hacer creer que se puede conseguir, es una milonga: a más desarrollo más paro, justo al contrario de lo que quieren que se crea.

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