23/3/09

Vídeos: ¡aburrimiento universal!

Teniendo en cuenta que vivimos en una
sociedad hipervídea, de mirones, ¿de espías?, en la que incluso al alcance de cualquier tarugo está hacer peliculitas y difundirlas, o guardarlas para lo que le pudieran servir, sociedad en la que desde bancos hasta puestos callejeros de castañas no se privan de cámara de seguridad, sacrosanto concepto, no sé a qué viene, digo, tanto escándalo por “la mujer que vendió su agonía”, titular periodístico, ¡of course!
    Según tengo entendido hay cadenas de televisión que se están disputando los derechos de retransmisión urbi et orbi del Juicio Final —y empresas de publicidad, los anuncios del evento—, derechos que, es de suponer, los tenga en exclusiva a la venta el Vaticano.

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