1/5/11

DE LOS LIBROS

[IV]

Del libro que estoy empezando a leer, de John Allen Paulos, Un matemático lee el periódico, copio un divertido fragmento que dedico a los conspiranoicos.

«Víctima de la obsesión, el teórico de la conspiración no busca coincidencias arbitrarias, sino sólo las que apoyan sus creencias [y necesita demostrar], y a causa de la galaxia de conexiones posibles que hay entre todas las noticias, casi siempre le sale algo. [...]. Este asunto me recuerda la lista de conocidas conexiones [yo no las conocía] que se han hecho entre Abraham Lincoln y John F. Kennedy. Lincoln fue elegido presidente en 1860, Kennedy en 1960. El nombre de ambos consta de siete letras. Lincoln tuvo un secretario llamado Kennedy y Kennedy tuvo otro llamado Lincoln. Lincoln y Kennedy fueron asesinados, respectivamente, por John Wilkes Booth y (al parecer) Lee Harvey Oswald, hombres conocidos por el nombre civil completo y que defendían posiciones políticas mal vistas. Booth disparó a Lincoln en un teatro y se refugió en un almacén; Oswald disparó a Kennedy desde un almacén y se refugió en un cine (theater en inglés).»

El último paréntesis, dado que el libro originalmente está escrito en inglés, supongo que se debe al traductor del libro y no al autor. Continúa éste relatando otro paralelismo que también haría las delicias de los fanáticos de las conspiraciones, seguramente. Se refiere a la muerte de otros dos presidentes de Estados Unidos muertos también en atentados y muy poco conocidos: William McKinley y James Garfield. Y termina el capítulo:

«Como es lógico, a veces hay coincidencias significativas y de vez en cuando conspiraciones reales. Pero a casi todas las coincidencias les falta sentido y casi todas las conspiraciones son fruto de febriles fantasías. Sospecho que son relativamente pocas las conspiraciones reales que consiguen mantenerse ocultas mucho tiempo; a la gente le gusta hablar.»

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