19/8/08

Animales y derechos

Hace unos años, un día que me dirigía a
comprar el periódico, al llegar al puesto me encontré con que un hombre que sujetaba a su perro de una traílla kilométrica me impedía el paso hasta el quiosco. Se lo hice ver, a lo que me espetó algo así como que el perro tenía derecho a estar allí. Tomando sus palabras al pie de la letra, le contesté que derecho lo que se dice derecho el perro como tal no tenía ninguno: en todo caso lo tendría él a estar allí con el perro. No recuerdo si añadí que aunque de ninguna manera con una correa que entorpeciera el paso a los demás. Pero en fin, si esto último lo dije o no es lo de menos para lo que me voy a referir. Luego después me arrepentí o dudé, pensando que al fin y al cabo el exabrupto del del perro no era tal sino una mera forma de hablar, sin que hubiera que tomársela ad pedem litterae como yo acababa de hacer. Pero ahora, a la vuelta de los años, me entran dudas otra vez pero en el sentido contrario, en el sentido de que aquella respuesta mía quizás fuera la apropiada y que le estuviera bien empleada al dueño perruno. Me refiero a lo que últimamente se puede oir o leer respecto a los llamados grandes simios. No conozco muy bien la ley que se quiere hacer, pero, si no me equivoco, ésta no trata tanto de conceder derechos a los grandes monos (gorilas, chimpancés y orangutanes) como impedir, basándose en su cercanía genética con la especie humana (“cercanía”, es decir una distancia corta, o muy corta, si se quiere, pero distancia al fin, que como tal los separa del hombre), impedir, decía, el maltrato y la crueldad innecesaria con tales animales. Como, según creo yo, los únicos seres vivos posibles sujetos de derecho son los hombres... ¿eh? ¡ah, sí!, que ya le veo venir, no se me encoraje: “¡y las mujeres, y las mujeres!”... (perdón por la interrupción, probable único lector de este desventurado blog: era un feminista que reclamaba), si se pretendiera conceder derechos, stricto sensu, a los mencionados monos y no sólo tratar de evitar el abuso contra ellos, se cometería una aberración jurídica.

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