23/12/08

Dr. Valmy

Como un matrimonio malavenido
u otra pareja forzada por las circunstancias a compartir lecho, así el Gobierno y Su oposición en el asunto de los vuelos o no vuelos o vuelos fantasmas a Guantánamo.
Tira uno de ellos de su lado de la manta, que difícilmente da para taparlos a los dos, para taparse las vergüenzas y sin percatarse de que deja al otro con las suyas al aire, o precisamente porque se percata. Advertido éste, y rezongando, repite a su vez la operación, provocando en el primero igual reacción. Y así llevan varios días, y no porque no hayan, probablemente, intentado un pacto de no agresión (ahora por tí y dentro de cinco minutos por mí. Inefable en el Congreso aquel “Nos damos por satisfechos con sus explicaciones”, del portavoz, creo, de la ínclita oposición al Gobierno) sino porque la soberbia de ver al otro morder el polvo les es superior a cualquier otro fin.
Pero en esta lamentable historia de encubrimientos y descubrimientos mutuos no podía faltar quien, a semejanza de aquella obra de Buero, un actor se dirigiera al público para hacerle creer que todo este asunto de G. es baladí, con la tasa de paro tan alta que tenemos, y con la Crisis, y sin vender ni un puto coche ni piso, y con...; que en G., en realidad, no pasa nada... y si pasa se le saluda. O que lo que pasa, al fin y al cabo, es algo que les pasa a los terroristas, con lo cual bien empleado les estará. Y leña al mono que es de goma. En fin, semejantes sabandijas contribuyen así al mantenimiento, aunque quizás no tanto como a ellos les gustaría, de esa ignominia moral y jurídica llamada Guantánamo.

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