26/2/08

Agresión

Cuando oí a R. decir en el llamado
debate ("llamado" porque allí se debatió más bien poco: lo que se vió fue cómo R., al igual que los malos boxeadores, se abrazaba al cuerpo del adversario para tratar de inmovilizarlo, y cómo éste, a veces, malamente intentaba zafarse) la frase: “Yo lo que nunca haría sería agredir a las víctimas del terrorismo, como ha hecho usted”, que sonó como un trallazo, como aquella otra que soltó hace meses en el Congreso, dirigida también a Z.: “Usted ha traicionado a los muertos”, me entró la sospecha de que se trataba de una villanía de quien la pronunciaba, un golpe bajo con intención de arañar unos miserables puntos al adversario. Pero como no explicó a qué se refería, siempre cabía la duda. Sin embargo ésta se me despejó, en contra, naturalmente, del autor del latigazo, cuando Acebes (A veces se ve c’Acebes se ceba, divertido palíndromo inventado por G. Hidalgo Bayal) nos lo aclaró: parece ser que a lo que se refería era al asunto de famoso terrorista a quien se le permitió trasladarlo a un hospital después de una huelga de hambre. En efecto, la frase de R. era una villanía.
Bien, si R. dice que no haría lo que dice que no haría, concedámosle al menos el beneficio de la duda. Pero si no agrediría a las víctimas, lo que sí hizo en cambio fue contribuir a fabricarlas cuando apoyó como miembro del Gobierno español la infame invasión de Irak. Claro, en rigor, no hubo agresión a víctimas porque estas no fueron tales (¡y del terrorismo mucho menos, por Dios, por Dios, que eso no es terrorismo, sólo unas bombas lanzadas por el ejército de un país!) hasta que no se produjo el bombardeo.

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