13/9/07

De pinícula

(I). En vez de calificar, como hacen algunos periódicos, sumariamente, una película de la programación de la te uve como mala y marcarla con una especie de lunar o círculo negro,, ¿no sería mejor desconocerla? Si tan mala es...
(II). Al encargado de vídeo en cadena de tv que corta la película antes de que aparezcan los títulos de crédito al final, debería quedársele el dedito pegado al botón.
(III). A quienes se levantan de la butaca antes de que terminen los últimos títulos de crédito debería fulminarles un rayo: ¡zas!, fundidos en el asiento, para que aprendan a respetar a quienes queremos ver hasta el último sello y oír hasta la última nota musical.
(IV). A los empresarios a quienes en los últimos años (decenios ya) les ha dado por construir de forma que, tras la película, no sale uno al hall del cine como se ha hecho toda la vida sino a la mismísima puta calle, también que les parta un rayo.
(V). Me juego la barba a que el principal negocio de las salas de cine es el de la venta de chuches: palomitas, refrescos, patatas, chocolatinas y tutti quanti. Vamos que, de forma parecida a como en la Prensa las noticias son el pretexto para la venta de publicidad (su verdadero negocio), aquí la película lo es para la venta de chucherías.

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