17/10/12

¡Cuidado al abrir!

Viene siendo tradición que los envases de cartón de esto o de lo otro —de leche, de zumo, de vino, de gazpacho...—, conocidos como tetra briks, se resistan, como si tuvieran voluntad propia, a la hora de abrirlos: porque cueste tirar de la anilla que destapa el contenido o, limpiamente, se rompa y se quede uno con el trozo en la mano y con un palmo de narices. A veces hay que recurrir a las tijeras, aunque sólo sea para cortar un pico del envase o al apuñalamiento directo de éste. Supongo que esto le habrá pasado a muchos: no creo que sea una mala suerte que me persiga ni una paranoia mía. ¿Tal vez una limitación mía?... ¡Huuummm! También ocurre que, una vez liberado el orificio por donde se supone que tiene que salir el líquido, y aun, en el mejor de los casos, liberado limpiamente y del todo, el contenido, al verterlo, salga a borbotones, yendo a parar parte de él, a salpicones, fuera del vaso o del cazo en el que se pretenda verter. Tampoco creo que esto sea una manía mía.
       Y no serán estos inconvenientes debidos a la falta de cambios y modos en la fabricación de los tetra brik: desde el envase que, antiguamente, había que abrir cortando una esquina hasta los que ahora vienen con tapón, y debajo la membrana con anilla, pasando por una etapa, en la que algunos fabricantes aún están, de anilla con membrana extraíble mediante tirón y cruce de dedos invocando a la suerte para que no se rompa.
       Pero he aquí que, ¡albricias!, hace unas semanas, por casualidad, descubrí el tetra brik de leche perfecto que supera todos los inconvenientes hasta ahora relatados. En efecto, yendo a buscar en la correspondiente estantería del súper los cartones de mi marca de leche no los encontré, no había —o había la marca que gasto pero que si con calcio extra, que si desnatada, que si deslechada, que si no sé qué variedad: en fin cualquiera de las numerosas y apabullantes virguerías de leches... excepto la normal— por lo que tuve que recurrir a la marca sustituta de otras ocasiones, cuyo nombre no diré para no hacer publicidad gratuita, a no ser que la marca Pascual me pague por ello. (¡Leche, ya se me ha escapado el nombre!).
       Ya advertí en la tienda que el envase había cambiado de forma, luego me dí cuenta de que era más fácil de manejar, pero esto sería lo de menos, había pasado de la forma habitual de base y tapa rectangulares, con lo que, evidentemente, las cuatro caras son iguales dos a dos, a base y tapa cuadradas, con una ligera inclinación de ésta, con lo que las cuatro caras son iguales entre sí. Pero ya digo que esta nueva forma en realidad es lo menos importante. Lo principal, lo esencial del nuevo envase, que descubrí en casa en el momento en que abrí el primer cartón, es la apertura, que consiste en un tapón a rosca con membrana con anilla por dentro, pero con la diferencia de lo hasta ahora conocido, al menos por mí, de que el orificio de salida del líquido es más ancho, debido a lo cual, supongo, se evitan los molestísimos borbotones. Enhorabuena a los fabricantes de la marca, cuyo nombre ya he advertido que no iba a decir. Estoy seguro de que, de ahora en adelante, no van a faltar imitadores del invento.

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