7/6/07

PRESOS COMUNES Y PRESOS ETARRAS

La razón para ordenar el ingreso de nuevo en prisión del célebre etarra (celebridad, dicho sea de paso, alcanzada en una muy gran parte gracias a la prensa) no es otra, en mi opinión, que una mezcla de tres elementos:
a) Venganza por la última decisión de la banda, ejecutada en uno de sus miembros.
b) Aviso a correligionarios del famoso de la firmeza contraterrorista del Gobierno. Y
c) Cesión y guiño ante las presiones del Pp, asociaciones de víctimas, medios de prensa, etc.
Dejando aparte el elemento primero, un tanto pueril y con pinta de rabieta, lo que llama la atención de los otros dos es que la situación penitenciaria de un preso pueda depender, para mal y para bien, de la actitud (de lo que haga o pueda hacer o deje de hacer) de la banda a la que pertenece.
Es evidente que este factor espurio es algo que se ha tenido en cuenta, muy en cuenta, a la hora de considerar en cada momento dicha situación. Y esto ha venido pasando desde que el Gobierno tuvo aquella desgraciada ocurrencia (cediendo, entre otras, a presiones del Pp, presiones recogidas y sostenidas por los medios, que cumplían, ¡cómo no!, con su sagrada obligación de informar), alentada, ante la un tanto ignorante e hipócrita llamada “alarma social”, por el entonces Ministro de Justicia y hoy diputado electo en Canarias, de buscar la forma, y al final encontrar, para que el etarra no saliera de la cárcel tras el cumplimiento de la condena que tocaba a su fin. Entonces empezó la cadena cuyo último eslabón es el reingreso en la cárcel del etarra. Cadena, por otra parte, en la que algún que otro tribunal o juez han colocado también sus eslabones. “Las circunstancias han cambiado”, el Ministro del Interior dixit. Y podía haber añadido que si el Gobierno tenía dudas sobre qué hacer con el preso, la declaración de la banda se las había despejado: les había servido el pretexto en bandeja.
Pero esto, si no me equivoco, es utilizar a un preso como moneda de cambio, algo que sólo ocurre en el caso de prisioneros de guerra, de lo cual se deduce que, aunque no se quiera, se reconozca o no, se le está dando a la banda un carácter cuasipolítico, o que, visto del revés, es este carácter que, inevitablemente, por mucho énfasis (o quizás precisamente por ello) que se ponga en condenar sus crímenes, se da a la banda lo que hace que, de alguna manera, se trate a un preso perteneciente a ella como preso si no político, sí como un tanto sui generis.(A este respecto es curioso cómo los que hablan de que, en el caso de una eventual negociación con la Eta, no habría que pagar precio político (?) ninguno no tienen inconveniente en aceptar el precio del acercamiento de presos al País Vasco, ni de una posible rebaja de penas o indultos, suavización de la situación penitenciaria, etc. en virtud de lo que la banda hiciera)

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