Panfleto naïf
Uno de los síntomas de la pobreza moral de la época es la positivación del trabajo, el trabajo como algo bueno en sí mismo, olvidando, parece que ya definitivamente, que es una maldición divina, que es bueno sólo en la medida en que nos libera de la necesidad.
Considerarlo de otra manera es someterse a la necesidad del Capital; es renunciar a plantarle cara a éste y contribuir a su engorde; es hacer de la necesidad virtud. Es, en definitiva, puro entreguismo.
Uno de los síntomas de la pobreza moral de la época es la positivación del trabajo, el trabajo como algo bueno en sí mismo, olvidando, parece que ya definitivamente, que es una maldición divina, que es bueno sólo en la medida en que nos libera de la necesidad.
Considerarlo de otra manera es someterse a la necesidad del Capital; es renunciar a plantarle cara a éste y contribuir a su engorde; es hacer de la necesidad virtud. Es, en definitiva, puro entreguismo.
¡Muera el Capital!
¡Muera el Trabajo!
¡Muera el Trabajo!
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