Desde hace unas semanas han brotado como hongos unos cartelones en las obras municipales de mi ciudad, cuyo nombre prefiero callar. Los han colocado en cada obra en parejas: uno de ellos por parte del Gobierno y el otro por el Ayuntamiento. Los dos, obviamente, tienen el mismo fin: Ellos lo llaman ‘información’; yo, ‘propaganda’, porque ¿qué sería sin ésta de los gobiernos de cualquier color, ya sean estatales, municipales o regionales? (De estos tenemos abundantes pruebas en la región madrileña: un pastón se deben de gastar en decirnos, por ejemplo, que tenemos el mejor Metro de la tierra. Y digo "gastar", pero debería decir ‘invertir’ porque eso es para Ellos la propaganda: inversión en votos).
Los cartelones los colocan aunque sea para una obra tan simple como hacer un resalto en un paso de peatones, que les lleva, hinchando el perro, como mucho tres días. Pero allí los dejan. ¿Para la posteridad?
El cartel del Gobierno, ¡oh genios del diseño!, anuncia un llamado plan E, pero coronando esta letra con la tilde ~, que remite a la ‘eñe’, letra tan nuestra, tan de nuestra esencia, ¿verdá usté? Quizás algún lector recuerde, a este propósito, la que se armó hace unos años porque había no se qué problemas o nos querían quitar la susodicha letra de los ordenadores. ¡Hasta ahí podíamos llegar: una letra tan española! (También, por cierto, un ministro felón quiso retirar de las carreteras el toro de un coñac, y no se lo permitimos; ¡menudos somos los españoles cuando nos ponemos!)
Pero, volviendo a las obras: de no haber sido por el dichoso plan (trabajar por trabajar, dar trabajo para que la maquinaria no se pare) muchas obras no se habrían hecho, pero no porque no hubiera dinero sino porque maldita la falta que hacen.
¡Ah! "La España de charanga y pandereta, / cerrado y sacristía, / devota de Frascuelo y de María, / de espíritu burlón y de alma quieta," ¿De verdad "ha de tener su mármol y su día, / su infalible mañana y su poeta"?
Los cartelones los colocan aunque sea para una obra tan simple como hacer un resalto en un paso de peatones, que les lleva, hinchando el perro, como mucho tres días. Pero allí los dejan. ¿Para la posteridad?
El cartel del Gobierno, ¡oh genios del diseño!, anuncia un llamado plan E, pero coronando esta letra con la tilde ~, que remite a la ‘eñe’, letra tan nuestra, tan de nuestra esencia, ¿verdá usté? Quizás algún lector recuerde, a este propósito, la que se armó hace unos años porque había no se qué problemas o nos querían quitar la susodicha letra de los ordenadores. ¡Hasta ahí podíamos llegar: una letra tan española! (También, por cierto, un ministro felón quiso retirar de las carreteras el toro de un coñac, y no se lo permitimos; ¡menudos somos los españoles cuando nos ponemos!)
Pero, volviendo a las obras: de no haber sido por el dichoso plan (trabajar por trabajar, dar trabajo para que la maquinaria no se pare) muchas obras no se habrían hecho, pero no porque no hubiera dinero sino porque maldita la falta que hacen.
¡Ah! "La España de charanga y pandereta, / cerrado y sacristía, / devota de Frascuelo y de María, / de espíritu burlón y de alma quieta," ¿De verdad "ha de tener su mármol y su día, / su infalible mañana y su poeta"?
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