20/11/08

Ratonera

La enorme cantidad de inutilidades
que se producen en eso que ahora se ha puesto tan en boga que es la economía real, a la que está haciendo buena (¡!) por contraste el actual merecido desprestigio de la economía financiera, como si no fueran ambas las dos caras de una misma moneda (nunca mejor dicho), esa cantidad de inutilidades no serviría de nada si, al mismo tiempo, no se produjera también a quien las compre, es decir al ‘consumidor’, literalmente producido por la publicidad.
Pero la diferencia entre las ‘cosas’ producidas y el comprador es que éste, mal que bien y a pesar del machaqueo publicitario, conserva a pesar de todo una autonomía y una cierta libertad, la suficiente para que en un momento determinado se canse de ser mero medio para los intereses de la producción y deje de comprar lo que, sobre todo desde la televisión, le manden, dejación que se traduce en lo que los expertos (¿?) llaman “caída del consumo”.
Que hoy día la publicidad es vital para el Capital no creo que se pueda dudar: si no fuera por ella, el infame círculo en el que estamos encerrados, producir para consumir y consumir para que se pueda seguir produciendo, quedaría muy tocado.

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