Pasaba esta mañana cerca de los juzgados de Alcorcón cuando a las puertas he visto una multitud con cámaras y micrófonos, así como furgonetas y coches subidos a la acera o a pasos de cebra (parece ser que la autoridad, que para eso lo es, a veces permite estacionar dónde al conductor le sale). Lo que he pensado es que se trataba del rodaje de alguna escena de película o de serie de televisión.
Al cabo de varias horas he vuelto a pasar por el mismo sitio y la situación era casi similar: la diferencia es que había aún más gente. Para el rodaje de una escena me parecían muchas horas y, sobre todo, salvo que se tratara de una película de romanos, muchos figurantes.
Hace un rato me he enterado, sin preguntar, de que de película nada: se trataba de que un famoso reo, uno de los condenados por la muerte de una joven hace unos años, acudía a los juzgados, no se para qué, si para otra vuelta de tuerca de la justicia o como testigo o no sé.
¡Ah, los medios: siempre dispuestos a cumplir con su sagrado deber de informar —dicho sea "sagrado" en el sentido casi literal, o sin casi, del término, en cuanto al culto de los medios a la "realidad", que le llaman— y a ofrecer al público lo que demanda! ¡Y el público, siempre dispuesto a demandar lo que los medios le ofrecen!
P. S. No se lo que habrá ocurrido a la llegada y a la salida del aludido, pero no me extrañaría nada que haya sido lo de costumbre en estas ocasiones: la multitud virtuosa gritando, mientras grababan las cámaras: "¡Asesinooo!".
Al cabo de varias horas he vuelto a pasar por el mismo sitio y la situación era casi similar: la diferencia es que había aún más gente. Para el rodaje de una escena me parecían muchas horas y, sobre todo, salvo que se tratara de una película de romanos, muchos figurantes.
Hace un rato me he enterado, sin preguntar, de que de película nada: se trataba de que un famoso reo, uno de los condenados por la muerte de una joven hace unos años, acudía a los juzgados, no se para qué, si para otra vuelta de tuerca de la justicia o como testigo o no sé.
¡Ah, los medios: siempre dispuestos a cumplir con su sagrado deber de informar —dicho sea "sagrado" en el sentido casi literal, o sin casi, del término, en cuanto al culto de los medios a la "realidad", que le llaman— y a ofrecer al público lo que demanda! ¡Y el público, siempre dispuesto a demandar lo que los medios le ofrecen!
P. S. No se lo que habrá ocurrido a la llegada y a la salida del aludido, pero no me extrañaría nada que haya sido lo de costumbre en estas ocasiones: la multitud virtuosa gritando, mientras grababan las cámaras: "¡Asesinooo!".
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