Me pregunto cuántos de los vociferantes y justicieros que acuden a las puertas de comisarías o juzgados a gritar a un detenido: "Asesino", "Joputa", "Púdrete en la cárcel" y otras lindezas por el estilo, y aun, si les dejaran, llegarían al linchamiento, me pregunto, decía, cuántos de ellos son cristianos. Porque quienes lo sean, tan virtuosos, olvidan el mandato de Jesús: "No juzguéis".
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