«Pensaréis, terrícolas que leáis esto, que mucho tiempo libre debo de tener para dedicarme a dirigiros estas misivas. Y no, no lo tengo... vamos, ni lo tengo ni lo dejo de tener, porque ese concepto, 'tiempo libre', u 'ocio', como también decís, pertenece a la Tierra —o al menos a eso que ineptamente llamáis "mundo desarrollado"—. Es un concepto inventado por oposición al de 'trabajo', y, por tanto, su equivalente y con el que forma pareja. Se puede decir que en Rágulon no hay "tiempo libre" —o no hay un tiempo libre trabajoso, como el vuestro— porque aquí no hay "trabajo" propiamente dicho, porque aquí no se trabaja. Y a la vicecontra. Aquí no rigen calendarios, con sus fiestas previstas, ni cómputo ninguno de tiempo ni de años, lo cual conlleva, entre otros muchos beneficios, el de no tener que celebrar nada. Imaginaos: ni puentes, ni fines de semana, ni constituciones, ni inmaculadas, ni solsticios de invierno o navidades, ¡NI FINES NI PRINCIPIOS DE AÑO!
Ya os oigo refunfuñar —conformes con el sistema como sois— que "¡vaya un aburrimiento!", concepto éste a su vez —también típicamente terrícola— que es consecuencia de la medida del tiempo, y que también forma pareja con el de 'diversión', con que vosotros tratáis de llenar el "tiempo libre" que el trabajo propiamente dicho os deja.»
Ya os oigo refunfuñar —conformes con el sistema como sois— que "¡vaya un aburrimiento!", concepto éste a su vez —también típicamente terrícola— que es consecuencia de la medida del tiempo, y que también forma pareja con el de 'diversión', con que vosotros tratáis de llenar el "tiempo libre" que el trabajo propiamente dicho os deja.»
Fin de la transcripción.
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