La ocurrencia de hace unos años de leer cada 23 de abril, desde una tribuna de la Halta Cultura, capítulos del Quijote, turnándose en cada capítulo los lectores,
Pero si en el primer caso podría llegar a tener cierta gracia, aunque sólo fuera por lograr que se leyera una vez más la obra de Cervantes, en el segundo es que el asunto se me representa tan soporífero como para aburrir a las ovejas, tanto que, seguramente, el texto sagrado no lo ha leído ni su padre... bueno, tal vez sí lo haya hecho alguno de los siete que, por lo visto, tuvo la criatura.
A propósito de los siete padres, nunca sabremos qué se habría dicho de haber habido entre ellos alguna mujer, porque es evidente que en este caso 'padre' no se dice en el sentido genérico de padre y madre —los padres de fulano— sino en el de 'varón' —que ha engendrado—. Pero, ¿en quien o en qué engendraron los siete padres? O ¿quién es la madre?, como probablemente preguntaría un niño en la escuela en el trance de estar enseñándole la "carta magna", como en el colmo de la tontería dicen algunos. (O preguntaría uno mismo, que, aunque ya no voy a la escuela, me hiciera "como niño", siguiendo el consejo de Jesucristo, no para entrar en "el reino de los cielos", sino más bien por una maldita curiosidad). En efecto, uno podría preguntar: "¿Y la madre?". Porque parece como si los Siete, al igual que dioses, hubieran engendrado en —creado de— la nada.
Por cierto que lo de 'constitución' debe de ser término sacado de la 'anatomía', y no me extrañaría nada que en la escuela enseñaran el Estado como un organismo con su cabeza, tronco, extremidades, corazón, venas, nervios, etc. y hasta con sus alifafes y todo, como cualquier cuerpo u organismo.
(muy serios, muy puestos en su papel de hacer cultura. "¿Cuántos de ellos, y ellas, que también las hay?" —me he preguntado alguna vez que, sintiendo vergüenza ajena, he echado un ojo a la pasarela— "¿habrán leído la novela?")la tenía yo hasta ahora como catetada insuperable de lo culturalmente correcto, pero lo que este año se les ha ocurrido —leer artículos de la Constitución desde otra no menos Halta tribuna— me ha sacado del error al representárseme como la gran catetada de lo políticamente correcto.
Pero si en el primer caso podría llegar a tener cierta gracia, aunque sólo fuera por lograr que se leyera una vez más la obra de Cervantes, en el segundo es que el asunto se me representa tan soporífero como para aburrir a las ovejas, tanto que, seguramente, el texto sagrado no lo ha leído ni su padre... bueno, tal vez sí lo haya hecho alguno de los siete que, por lo visto, tuvo la criatura.
A propósito de los siete padres, nunca sabremos qué se habría dicho de haber habido entre ellos alguna mujer, porque es evidente que en este caso 'padre' no se dice en el sentido genérico de padre y madre —los padres de fulano— sino en el de 'varón' —que ha engendrado—. Pero, ¿en quien o en qué engendraron los siete padres? O ¿quién es la madre?, como probablemente preguntaría un niño en la escuela en el trance de estar enseñándole la "carta magna", como en el colmo de la tontería dicen algunos. (O preguntaría uno mismo, que, aunque ya no voy a la escuela, me hiciera "como niño", siguiendo el consejo de Jesucristo, no para entrar en "el reino de los cielos", sino más bien por una maldita curiosidad). En efecto, uno podría preguntar: "¿Y la madre?". Porque parece como si los Siete, al igual que dioses, hubieran engendrado en —creado de— la nada.
Por cierto que lo de 'constitución' debe de ser término sacado de la 'anatomía', y no me extrañaría nada que en la escuela enseñaran el Estado como un organismo con su cabeza, tronco, extremidades, corazón, venas, nervios, etc. y hasta con sus alifafes y todo, como cualquier cuerpo u organismo.
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