0. A propósito de la última beatificación de cerca de 500 mártires de la fé (asesinados en el año 1934, y del 36 al 39 en la guerra civil) llevada a cabo por la Iglesia católica, se ha levantado un cierto revuelo entre una izquierda comme il faut, alegando ésta que la Iglesia, por intereses políticos, y que habría contribuido así a la división entre españoles, ha excluido del proceso a los asesinados a manos de tropas franquistas.
1. La razón por la que la izquierda acusa a la Iglesia (la de discriminación injusta por haber considerado mártires sólo a los muertos de un lado) me parece que no tiene mucho sentido. En efecto: el proceso de beatificación lo es por los mártires de la fe católica, es decir, si no he entendido mal, por aquellos asesinados que lo fueron por el hecho de manifestar dicha fe. ¿Que durante la guerra civil hubo asesinatos de religiosos en el bando de los rebeldes?. Nadie creo que lo dude. Pero lo que yo sí dudo es que lo fueran en razón de su fe, que es lo que a efectos de beatificación le importa a la Iglesia. Y si lo fueron, desde luego que el Vaticano por la misma razón que a los otros tendría que haberlos incluido en el proceso de beatificación. ¿Que, por otra parte, no todos los 498 nuevos beatos murieron en realidad por su fe?. Es probable, pero eso es otra historia... para historiadores.
2. La figura del ‘mártir’ es algo que se da a lo largo de la Historia no sólo en la religión católica sino en otras religiones y en ideologías políticas. Desgraciadamente, casi cada día tenemos noticias de que un islamista se ha hecho saltar por los aires con una bomba adherida a su cuerpo, alcanzando con su sacrificio la categoría de mártir. En lo político, con un ejemplo de actualidad, ahí tenemos el del Ché Guevara, sin duda considerado como un mártir de la Revolución, con esa proliferación hasta la náusea de su imagen en camisetas, láminas, etc.
3. Tanto en las religiones como en las ideologías laicas, legítimas o no, lo que subyace a la idea del martirio no es, en mi opinión, otra cosa que la aberración de hacer valer las ideas según la sangre invertida en su defensa, es decir, a más sacrificio, más verdad es la idea defendida; es la sangre de los mártires la que riega, casi en el sentido literal de la palabra, la verdad (?) de lo que se predica. No haría falta rebuscar mucho para encontrar ejemplos a lo largo de la Historia de cómo el mayor argumento de religiones e ideologías políticas en favor de la verdad que intentan implantar ha sido el de la sangre de sus mártires.
4. Esto lo ha sabido siempre la Iglesia, que ha sido la única institución que ha establecido un procedimiento formal para declarar de manera oficial mártires, beatos y santos entre sus filas. Y no creo que sea casualidad que el Vaticano en los últimos tiempos esté llevando a cabo beatificaciones en forma masiva y acelerada (hace 5 ó 6 años, 283). Juan Pablo II llegó a hablar de los "10.000 mártires del siglo XX". Todo esto no deja de ser, consecuentemente con lo dicho en 3., la otra cara de la moneda: la Iglesia necesita más declaraciones de mártires cuanto mayor peligro ve de que el número de sus fieles disminuya. No hay que olvidar que ‘mártir’ significa “testigo de la fortaleza de la fe”.
5. ¿Y a este martirologio es al que quería haber visto nuestra izquierda incorporados a sus muertos? Pues estamos aviados.
1. La razón por la que la izquierda acusa a la Iglesia (la de discriminación injusta por haber considerado mártires sólo a los muertos de un lado) me parece que no tiene mucho sentido. En efecto: el proceso de beatificación lo es por los mártires de la fe católica, es decir, si no he entendido mal, por aquellos asesinados que lo fueron por el hecho de manifestar dicha fe. ¿Que durante la guerra civil hubo asesinatos de religiosos en el bando de los rebeldes?. Nadie creo que lo dude. Pero lo que yo sí dudo es que lo fueran en razón de su fe, que es lo que a efectos de beatificación le importa a la Iglesia. Y si lo fueron, desde luego que el Vaticano por la misma razón que a los otros tendría que haberlos incluido en el proceso de beatificación. ¿Que, por otra parte, no todos los 498 nuevos beatos murieron en realidad por su fe?. Es probable, pero eso es otra historia... para historiadores.
2. La figura del ‘mártir’ es algo que se da a lo largo de la Historia no sólo en la religión católica sino en otras religiones y en ideologías políticas. Desgraciadamente, casi cada día tenemos noticias de que un islamista se ha hecho saltar por los aires con una bomba adherida a su cuerpo, alcanzando con su sacrificio la categoría de mártir. En lo político, con un ejemplo de actualidad, ahí tenemos el del Ché Guevara, sin duda considerado como un mártir de la Revolución, con esa proliferación hasta la náusea de su imagen en camisetas, láminas, etc.
3. Tanto en las religiones como en las ideologías laicas, legítimas o no, lo que subyace a la idea del martirio no es, en mi opinión, otra cosa que la aberración de hacer valer las ideas según la sangre invertida en su defensa, es decir, a más sacrificio, más verdad es la idea defendida; es la sangre de los mártires la que riega, casi en el sentido literal de la palabra, la verdad (?) de lo que se predica. No haría falta rebuscar mucho para encontrar ejemplos a lo largo de la Historia de cómo el mayor argumento de religiones e ideologías políticas en favor de la verdad que intentan implantar ha sido el de la sangre de sus mártires.
4. Esto lo ha sabido siempre la Iglesia, que ha sido la única institución que ha establecido un procedimiento formal para declarar de manera oficial mártires, beatos y santos entre sus filas. Y no creo que sea casualidad que el Vaticano en los últimos tiempos esté llevando a cabo beatificaciones en forma masiva y acelerada (hace 5 ó 6 años, 283). Juan Pablo II llegó a hablar de los "10.000 mártires del siglo XX". Todo esto no deja de ser, consecuentemente con lo dicho en 3., la otra cara de la moneda: la Iglesia necesita más declaraciones de mártires cuanto mayor peligro ve de que el número de sus fieles disminuya. No hay que olvidar que ‘mártir’ significa “testigo de la fortaleza de la fe”.
5. ¿Y a este martirologio es al que quería haber visto nuestra izquierda incorporados a sus muertos? Pues estamos aviados.
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