En vez de pedir pruebas de sus afirmaciones al científico James
D. Watson, quien sostiene la inferioridad de la inteligencia de la raza negra respecto a la blanca, los perros paulovianos del racismo han empezado a salivar ante la noticia, y les ha faltado tiempo para lanzar el anatema de racismo, partiendo de la base de que, como dicha teoría va en contra de los negros, sostenerla sólo puede ser debida a racismo, ni siquiera a un error o a un mal planteamiento de la, por otra parte siempre difícil, cuestión de la inteligencia. Es decir, según tales perros, no puede ser verdad porque supondría un desprecio para la raza negra. No es que lo manifiesten así, claro, pero es lo que revelan con semejante manera de razonar, es un decir. ¿Qué habría ocurrido si la afirmación hubiera sido la contraria, o sea, la de la superioridad intelectual del negro sobre el blanco? Probablemente, se habría dado por buena, sin más, y aun alabado en aras de lo políticamente correcto.
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