0. Para empezar. Definición. Miscelánea: Escrito en que se tratan materias inconexas, mezcladas y confusas. Popurrí. Olla de grillos. Ensalada.
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1. ¿Lo menos? Titular: "El Gobierno iraquí considera que la pena de muerte 'es lo menos [subrayado mío] que se merecía Sadam'" ¿Qué será lo más?
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2. Dos actitudes. La frecuencia con que el conductor de un automóvil cede el paso, en uno de cebra, a quien se dispone a cruzar empujando un cochecito de niño es muchísimo mayor que en los demás casos. No entiendo por qué los conductores de autos (¿qué se les pasará por la cabeza a la vista de empujador de cochecito?) no respetan de la misma forma al adulto, o al no adulto, que al niño en cochecito.
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3. Fruta del tiempo. Adviento.
“No disputará ni gritará ni su voz se oirá en las plazas.
No romperá la caña cascada
ni apagará la mecha que se extingue.
Expondrá fielmente el derecho,
sin cansarse ni desmayar [...]”
(Isaías 42, 2-4)
No romperá la caña cascada
ni apagará la mecha que se extingue.
Expondrá fielmente el derecho,
sin cansarse ni desmayar [...]”
(Isaías 42, 2-4)
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4. "Con ausencia de violencia avanzará el diálogo [...]”. (Declaración del Presidente a propósito de ya se supone qué). No había necesidad, salvo la de hinchar el discurso, de usar ningún engendro lingüístico, como el del principio. En castellano tenemos la preposición 'sin’, que “denota carencia o falta” (diccionario). “Sin violencia [...]”, en lenguaje simple, corriente y llano.
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5. Nadie oye. No es que nos hayamos vuelto todos sordos sino que, desde hace unos años, a casi cualquier hablante, sea cual sea su cultura, clase social o edad, le ha dado por utilizar 'escuchar' (“prestar atención a lo que se oye”) para referirse a “percibir por el oído”, es decir, 'oír', hasta tal punto de que este último verbo ha desaparecido, o poco le falta, del vocabulario español. Y así, tiene usted que oir (¡escuchar, iba a escribir!), hasta el aburrimiento, constantemente, disparates como este: “Habla más alto, que no te escucho”.
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6. Fruta del tiempo. Navidad. “Era luz en las tinieblas, pero las tinieblas no le entendieron” (Juan 1, 5)
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7. La Compañía. Ya me ha ocurrido varias veces que, tras unos días fuera de casa, me encuentro en la puerta del piso unos tochos de la Telefónica de las guías publicitarias o semipublicitarias (Páginas amarillas y Páginas blancas). Como no entran en los buzones, en vez de intentar la entrega en otra ocasión, no se les ocurre otra cosa que dejarlas en la puerta, dando así pistas a los amigos de lo ajeno. Pues bien, aviso a La Compañía: como algún día tenga la desgracia de que al llegar a casa me hayan entrado y tenga las malditas guías en la puerta, haré responsable a la Telefónica.
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8. Se veía de venir. A modo de postdata a 5. Sí, se veía venir y ya ha llegado: lo oí ayer [21/10/07] en la radio del autobús. Después de haber desaparecido del vocabulario ‘oír’, tenía que ocurrir lo mismo con ‘oyente’, y ya se ha empezado a usar ‘escuchante’. Lo juro: en menos de 5 minutos, la locutriz empleó el terminacho varias veces, como regodeándose en el hallazgo: “nuestros escuchantes...”
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