Otro factor que disminuye la frecuencia de la recogida de basuras, además de la inadmisible —que sin embargo se admite, mansamente, sin protestar siquiera— reducción en el número de días en que se recogen, asunto del que escribí en mi entrada anterior, es el siguiente —que he observado directamente, simplemente mirando por la ventana, en más de una ocasión—:
Llega el camión de recogida. Se bajan los dos operarios y uno de ellos, no el conductor del camión, que a su vez es el que maneja la grúa, sino el otro, mete, literalmente, la cabeza por la boca de los contenedores y, es evidente, en función de la cantidad de basura que vea decide si el contenedor se vacía o no.No sé si esta práctica será una picaresca de quienes recogen los contenedores o —más bien me inclino a pensarlo así— son las instrucciones que tienen para hacer la recogida más rápida y, como consecuencia, de una forma o de otra, a la larga, reducir plantilla. Esta triquiñuela, lógicamente, da lugar a que un contenedor —si es que, en el mejor de los supuestos que expuse en la anterior entrada, se recogen un día sí y otro no— pueda estar sin recoger hasta cuatro días, que se dice pronto. En efecto, si, pongamos por caso, la recogida se hace un lunes y no se hace la siguiente hasta el miércoles, pero este día, como consecuencia de la perita decisión del operario, según la basura que vea, tampoco se recoge el contenedor —o contenedores—, quedará sin recoger hasta el viernes. ¡Desde el lunes! Lo dicho, cuatro días.
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