Una rosa ya se sabe para qué: para adorno, colocada en un jarrón. ¿Y un libro? Para adorno, también, colocado en el mueble del salón o del cuarto de estar. Porque ¿cuántos de los libros que se compran se leen? No conozco cifras, pero me imagino que un porcentaje muy bajo. Un objeto, el libro, como ocurre con tantas cosas de las que se compran por mor de la publicidad —tan sutil muchas veces—, convertido en humo nada más sacado de la bolsa y colocado en la estantería. Creo que es así de triste.
Por otra parte, la producción y publicación de libros es apabullante, la inmensísima mayor parte probablemente inútiles. Me pregunto qué pasaría si no se escribieran más: seguramente nada, dejando aparte el negocio editorial, claro; con los publicados hasta ahora ya tendríamos suficientes.
Por otra parte, la producción y publicación de libros es apabullante, la inmensísima mayor parte probablemente inútiles. Me pregunto qué pasaría si no se escribieran más: seguramente nada, dejando aparte el negocio editorial, claro; con los publicados hasta ahora ya tendríamos suficientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario