Según cuentan hoy los papeles,
las previsiones demográficas estadísticas para el 2018 en España son, entre otras, menos niños.
Esta información me ha recordado una novela, que creo que es recomendable, que he terminado de leer hace poco, tras haberla rescatado de la estantería en donde llevaba reposando algunos años desde que la compré. Me refiero a Hijos de hombres (me parece que sacaron una película) de P. D. James, la escritora octogenaria inglesa del género policial, aunque no sólo policial; de hecho, una de las mejores cosas que le he leído es un diario autobiográfico que abarca el año 1997 (La hora de la verdad. Un año de mi vida).
La novela a que me refería al principio tampoco se puede decir que pertenezca al género policíaco sino más bien a la ciencia ficción. Arranca (y no voy a revelar mucho más por si alguien que no la haya leído quiere hacerlo) el 1 de enero del 2021, fecha en que muere, a la edad de veinticinco años, “el último ser humano nacido en la Tierra”.
En efecto, una especie de esterilidad afectaba a todos los varones, con lo cual la población envejecía con consecuencias algunas de ellas tan curiosas como celebrar fiestas del nacimiento de las camadas de Mathilda (una gata). Pero de todas las consecuencias que la autora imagina (o, mejor dicho, pone en boca del personaje principal, quien, por cierto, se llama Theo, nada menos) la que más me llamó la atención fue la de pasar el sexo a convertirse en “uno de los placeres menos sensuales para el hombre”, por las razones que Theo aduce.
En fin, y volviendo a la noticia del periódico, parece poco menos que el futuro estuviera escrito. Y sin embargo, si hacemos caso a Machado: “No está el mañana —ni el ayer— escrito".
Esta información me ha recordado una novela, que creo que es recomendable, que he terminado de leer hace poco, tras haberla rescatado de la estantería en donde llevaba reposando algunos años desde que la compré. Me refiero a Hijos de hombres (me parece que sacaron una película) de P. D. James, la escritora octogenaria inglesa del género policial, aunque no sólo policial; de hecho, una de las mejores cosas que le he leído es un diario autobiográfico que abarca el año 1997 (La hora de la verdad. Un año de mi vida).
La novela a que me refería al principio tampoco se puede decir que pertenezca al género policíaco sino más bien a la ciencia ficción. Arranca (y no voy a revelar mucho más por si alguien que no la haya leído quiere hacerlo) el 1 de enero del 2021, fecha en que muere, a la edad de veinticinco años, “el último ser humano nacido en la Tierra”.
En efecto, una especie de esterilidad afectaba a todos los varones, con lo cual la población envejecía con consecuencias algunas de ellas tan curiosas como celebrar fiestas del nacimiento de las camadas de Mathilda (una gata). Pero de todas las consecuencias que la autora imagina (o, mejor dicho, pone en boca del personaje principal, quien, por cierto, se llama Theo, nada menos) la que más me llamó la atención fue la de pasar el sexo a convertirse en “uno de los placeres menos sensuales para el hombre”, por las razones que Theo aduce.
En fin, y volviendo a la noticia del periódico, parece poco menos que el futuro estuviera escrito. Y sin embargo, si hacemos caso a Machado: “No está el mañana —ni el ayer— escrito".
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