Aquella tarde me enteré al llegar a casa de que unos civiles-militares, surgidos como personajes patriotas de una opereta, y que, evidentemente, no se enteraban de por dónde iban los nuevos aires del poder, habían irrumpido en el Congreso donde los demócratas celebraban un aquelarre para cambiar al jefe, si no recuerdo mal.
Dormí como un bendito, como quien oye llover, y también cuando las masas salieron a la calle para rechazar, como buenos demócratas, el golpe con el que el glorioso ejército entonó su propio canto del cisne: aquello fue el fin de un ejército golpista por esencia (fin, como tal ejército golpista —ahora es de lo más moderno y demócrata—, confirmado con el ingreso o permanencia, o lo que fuera aquello, en la NATO unos años después, organización encargada de bombardear de vez en cuando aquí o allá con la finalidad de preservar la paz), cuyo último éxito había tenido lugar 45 años antes —a costa de desencadenar una guerra—, y el principio o afianzamiento de la nueva forma de dominio bajo la democracia.
Al día siguiete de la fantasmada me enteré, mientras acudía a trabajar y el esperpento continuaba (lo más grandioso de la hazaña fue ver salir a los guardias por las ventanas), de la actitud de la hoy ya decadente Santa Madre Iglesia, que, por lo que se dijo, y yo me lo creo (Mater et magistra), guardó un prudente silencio... hasta ver por dónde iban los tiros, y nunca mejor dicho. Más de un párroco u obispo debió de pensar: "Mira que si después de seguir adaptándonos al poder de siempre, bajo el nuevo césar, como hemos hecho desde los tiempos de Constantino, ahora tenemos que volver a desempolvar el palio para llevar otra vez bajo él a un dictador... En fin, esperemos a ver qué pasa". ¡Ah, la Santa Madre, siempre "astuta como serpiente y prudente como paloma"!
P. S. Los medios, entonces no tan desarrollados como ahora pero que ya apuntaban maneras, como corresponde a una democracia y a su libertad de información, debieron de ponerse las botas con tanta algarabía y juego informativo como dio la zarzuelada. (Dicho sea lo de "zarzuelada" sin segundas intenciones). Recuerdo en especial el inefable titular del diario que ya era la joya de la corona de la prensa española: "El País, con la democracia".
P. S. Había pensado ponerle otro título a esta entrada: Tal día como hoy, hace 29 años, era carnaval.
Dormí como un bendito, como quien oye llover, y también cuando las masas salieron a la calle para rechazar, como buenos demócratas, el golpe con el que el glorioso ejército entonó su propio canto del cisne: aquello fue el fin de un ejército golpista por esencia (fin, como tal ejército golpista —ahora es de lo más moderno y demócrata—, confirmado con el ingreso o permanencia, o lo que fuera aquello, en la NATO unos años después, organización encargada de bombardear de vez en cuando aquí o allá con la finalidad de preservar la paz), cuyo último éxito había tenido lugar 45 años antes —a costa de desencadenar una guerra—, y el principio o afianzamiento de la nueva forma de dominio bajo la democracia.
Al día siguiete de la fantasmada me enteré, mientras acudía a trabajar y el esperpento continuaba (lo más grandioso de la hazaña fue ver salir a los guardias por las ventanas), de la actitud de la hoy ya decadente Santa Madre Iglesia, que, por lo que se dijo, y yo me lo creo (Mater et magistra), guardó un prudente silencio... hasta ver por dónde iban los tiros, y nunca mejor dicho. Más de un párroco u obispo debió de pensar: "Mira que si después de seguir adaptándonos al poder de siempre, bajo el nuevo césar, como hemos hecho desde los tiempos de Constantino, ahora tenemos que volver a desempolvar el palio para llevar otra vez bajo él a un dictador... En fin, esperemos a ver qué pasa". ¡Ah, la Santa Madre, siempre "astuta como serpiente y prudente como paloma"!
P. S. Los medios, entonces no tan desarrollados como ahora pero que ya apuntaban maneras, como corresponde a una democracia y a su libertad de información, debieron de ponerse las botas con tanta algarabía y juego informativo como dio la zarzuelada. (Dicho sea lo de "zarzuelada" sin segundas intenciones). Recuerdo en especial el inefable titular del diario que ya era la joya de la corona de la prensa española: "El País, con la democracia".
P. S. Había pensado ponerle otro título a esta entrada: Tal día como hoy, hace 29 años, era carnaval.
No hay comentarios:
Publicar un comentario