Tanto si tiene derecho como si no,
yo en su lugar me estaría calladito y, como dije en otro post, dedicándome a sonreír, presidir mesas petitorias, visitar catástrofes naturales, asistir a velatorios, apadrinar burros y, en fin, todas esas importantes labores que hasta ahora tan bien ha desempeñado. Pero si en cambio quiere salir a la palestra y opinar y largar todo lo que crea conveniente, pues muy bien, adelante. Como si, suponiendo que no haya ninguna ley que se lo impida, quiere en su momento hacer campaña electoral o escribir artículos en las páginas de opinión de los periódicos sobre, por ejemplo, valoración de una acción de gobierno. Lo que pasa es que entonces está sujeta a la crítica, porque, que yo sepa, que una cosa se diga acogiéndose a la libertad de expresión no significa que no se la pueda criticar. Pero en su caso, ella representa, para bien y para mal, a una institución, así es que, que vea lo que le conviene. Yo ya sé lo que no le conviene a una institución tan anacrónica y ademocrática como la Monarquía.
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