Voy por la calle, y en lo que suele ser escena cotidiana, que aceptamos con absoluta mansedumbre, me encuentro con un conductor tocando el claxon a troche y moche. Lo típico: un colega, en doble fila, le había tapado la salida. Me quedo mirando y digo: "¡Lástima de multaza!". El pitador: "Sí, es lo menos que se merece". Yo, mientras señalo al otro y reanudo la marcha: "¡Ah, sí: ese también!".
23/11/12
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