Señor Presidente:
Con la intención de contribuir al bien común de la república —reino en este caso— me permito proponerle una serie de medidas de urgencia que creo que debería usted adoptar antes de las próximas elecciones.
1. Supresión de la prohibición de circular por las autopistas a más de 110 km/h. ¡Por Dios, señor presidente, que les arrebató usted la sagrada libertad a los conductores: devuélvasela!
2. Vuelta a la anterior ley antitabaco.
3. Subida a los funcionarios del 5%. Con efecto retroactivo.
4. Descongelación de las pensiones. Con efecto retroactivo.
5. Pago de 400 euros a los parados de larga duración. Con efecto retroactivo.
6. Pago de 3.000 euros por hijo nacido. Con efecto retroactivo.
Las anteriores medidas serían muy bien recibidas por la Leal Oposición, puesto que en su día fueron muy criticadas por ellos.
7. Reforma de la ley electoral para que haya mayor proporcionalidad entre número de votos y número de escaños asignados a cada partido, reforma que no gustaría nada al partido... que usted ya sabe, pero que aceptarían porque ellos ponen siempre el bien común por encima del interés de su partido, faltaría más.
8. Tras tomar las anteriores medidas, dimita usted, y quien venga atrás que arree, que ya nos estamos viendo venir el nubarrón, procurando que entre la adopción de aquellas medidas y su dimisión haya un plazo muy breve.
Vamos, le iba usted a dejar a su sucesor la casa la mar de arregladita. El único problema grave sería el del paro, pero cuya gravedad quedaría inmediatamente desactivada si el sucesor fuera el líder de la L. O. Lo digo a juzgar por lo que da a entender el susodicho de que tiene la solución, sólo que el muy ladino no suelta prenda.
P. S. Si le diera tiempo, o ello no supusiera dilatar demasiado su dimisión, podría adoptar otra medida:
9. Separación "real", como dicen ahora, entre el Estado y la Iglesia, que implicaría que cada palo aguantara su vela. ¿Se podría aplicar ya en la actual campaña de renta, suprimiendo lo de la crucecita? Esto ya no gustaría tanto a la L. O. y mucho menos a la Conferencia de los obispos, dado el aconchabamiento secular entre iglesia y estado; pero en fin, no se puede pretender dar gusto a todo el mundo. Y, además, si fuera la L. O. la que luego gobernara, con volver, si se atrevían, a instaurar la crucecita...
1. Supresión de la prohibición de circular por las autopistas a más de 110 km/h. ¡Por Dios, señor presidente, que les arrebató usted la sagrada libertad a los conductores: devuélvasela!
2. Vuelta a la anterior ley antitabaco.
3. Subida a los funcionarios del 5%. Con efecto retroactivo.
4. Descongelación de las pensiones. Con efecto retroactivo.
5. Pago de 400 euros a los parados de larga duración. Con efecto retroactivo.
6. Pago de 3.000 euros por hijo nacido. Con efecto retroactivo.
Las anteriores medidas serían muy bien recibidas por la Leal Oposición, puesto que en su día fueron muy criticadas por ellos.
7. Reforma de la ley electoral para que haya mayor proporcionalidad entre número de votos y número de escaños asignados a cada partido, reforma que no gustaría nada al partido... que usted ya sabe, pero que aceptarían porque ellos ponen siempre el bien común por encima del interés de su partido, faltaría más.
8. Tras tomar las anteriores medidas, dimita usted, y quien venga atrás que arree, que ya nos estamos viendo venir el nubarrón, procurando que entre la adopción de aquellas medidas y su dimisión haya un plazo muy breve.
Vamos, le iba usted a dejar a su sucesor la casa la mar de arregladita. El único problema grave sería el del paro, pero cuya gravedad quedaría inmediatamente desactivada si el sucesor fuera el líder de la L. O. Lo digo a juzgar por lo que da a entender el susodicho de que tiene la solución, sólo que el muy ladino no suelta prenda.
P. S. Si le diera tiempo, o ello no supusiera dilatar demasiado su dimisión, podría adoptar otra medida:
9. Separación "real", como dicen ahora, entre el Estado y la Iglesia, que implicaría que cada palo aguantara su vela. ¿Se podría aplicar ya en la actual campaña de renta, suprimiendo lo de la crucecita? Esto ya no gustaría tanto a la L. O. y mucho menos a la Conferencia de los obispos, dado el aconchabamiento secular entre iglesia y estado; pero en fin, no se puede pretender dar gusto a todo el mundo. Y, además, si fuera la L. O. la que luego gobernara, con volver, si se atrevían, a instaurar la crucecita...
Atentamente,
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