Me llama mi sobrina Eulalia Niporesas, quien siempre ha asegurado ser descendiente del famoso Fígaro.
—Vaya, tío, que como eres de los recalcitrantes del no al móvil, que no hay manera de conectarse contigo. Aunque ya caerás ya, como todo el mundo.
—Hola, sobrina. Pues sí, ya ves. Pero en cambio tengo imeil, para que veas que no soy negado del todo.
—De eso precisamente quería hablarte porque me han contado que has abierto un blok, y aunque yo en cambio no he entrado en la tecnología de la computadora, tengo una ligera idea de qué va el asunto. Pero, por otra parte, tampoco cuando me lo dijeron me lo podía creer: "¡Cómo!", me dije, "que tío Herminio se ha apuntado... No puede ser". Y aquí me tienes, a que me comentes sobre ese mundo.
—Pues sí, no te han engañado. Y es que me regalaron un pecé, y una vez que lo tienes...
—Alguien que te quería bien, supongo.
—Noto cierto tonillo.
—...
—Te decía: y una vez que lo tienes te planteas que a ver qué haces con él para sacarle alguna utilidad, que para algo habrá de servir el trasto. Y así me ví metido en una catarata de opiniones, porque sabrás que en eso consiste principalmente, en opinar.
—Ya. Que ante la ingente cantidad de opiniones y opinadores que pululan, a cientos, a miles, en las radios y prensas y televisiones y ahora en la red de redes, ante la inflación informativa y opinativa, debiste de pensar que por uno más...
—Eso.
—Pero es que no acabo de entenderlo: que tú, tío, que nunca compras un periódico...
—¡Chisss, chisss, sobrina! ¡Para el carro! Que creo que estás mal informada: debe de ser que lees mucha prensa (seguro que hasta arramplas con todos los gratuitos que te largan en la boca del metro y hasta te los lees). Una cosa es que no sea uno de oración diaria y otra que no lo haga de vez en cuando, incluso con frecuencia. Como comprenderás no voy a comprarlo todos los días para estar pendiente de las ofertas de las obras de la literatura mundial, de los cubiertos firmados por diseñador famoso, etc. Rien de rien.
—Bien, no te enfurruñes. Pero no me negarás que tú siempre has sido un tanto escéptico con los papeles, incluso has hablado de su “supuesta” utilidad.
—Concedido, Lalita, pero entra en el blog que me he fabricado y luego hablamos, y opinas, tú también, cuando hayas leído. De modo que toma nota de la dirección... ¡¿Oye?!... ¡¿Laly!?...
Me temo que aquí se cortó la comunicación, tal vez metida mi amada sobrina con el chisme en alguna zona “sin cobertura”, que le llaman. Pero no importa: seguro que ella, marisabidilla como es, sabrá encontrar la dirección, se pondrá a leer y acabará llamándome.
—Vaya, tío, que como eres de los recalcitrantes del no al móvil, que no hay manera de conectarse contigo. Aunque ya caerás ya, como todo el mundo.
—Hola, sobrina. Pues sí, ya ves. Pero en cambio tengo imeil, para que veas que no soy negado del todo.
—De eso precisamente quería hablarte porque me han contado que has abierto un blok, y aunque yo en cambio no he entrado en la tecnología de la computadora, tengo una ligera idea de qué va el asunto. Pero, por otra parte, tampoco cuando me lo dijeron me lo podía creer: "¡Cómo!", me dije, "que tío Herminio se ha apuntado... No puede ser". Y aquí me tienes, a que me comentes sobre ese mundo.
—Pues sí, no te han engañado. Y es que me regalaron un pecé, y una vez que lo tienes...
—Alguien que te quería bien, supongo.
—Noto cierto tonillo.
—...
—Te decía: y una vez que lo tienes te planteas que a ver qué haces con él para sacarle alguna utilidad, que para algo habrá de servir el trasto. Y así me ví metido en una catarata de opiniones, porque sabrás que en eso consiste principalmente, en opinar.
—Ya. Que ante la ingente cantidad de opiniones y opinadores que pululan, a cientos, a miles, en las radios y prensas y televisiones y ahora en la red de redes, ante la inflación informativa y opinativa, debiste de pensar que por uno más...
—Eso.
—Pero es que no acabo de entenderlo: que tú, tío, que nunca compras un periódico...
—¡Chisss, chisss, sobrina! ¡Para el carro! Que creo que estás mal informada: debe de ser que lees mucha prensa (seguro que hasta arramplas con todos los gratuitos que te largan en la boca del metro y hasta te los lees). Una cosa es que no sea uno de oración diaria y otra que no lo haga de vez en cuando, incluso con frecuencia. Como comprenderás no voy a comprarlo todos los días para estar pendiente de las ofertas de las obras de la literatura mundial, de los cubiertos firmados por diseñador famoso, etc. Rien de rien.
—Bien, no te enfurruñes. Pero no me negarás que tú siempre has sido un tanto escéptico con los papeles, incluso has hablado de su “supuesta” utilidad.
—Concedido, Lalita, pero entra en el blog que me he fabricado y luego hablamos, y opinas, tú también, cuando hayas leído. De modo que toma nota de la dirección... ¡¿Oye?!... ¡¿Laly!?...
Me temo que aquí se cortó la comunicación, tal vez metida mi amada sobrina con el chisme en alguna zona “sin cobertura”, que le llaman. Pero no importa: seguro que ella, marisabidilla como es, sabrá encontrar la dirección, se pondrá a leer y acabará llamándome.
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