2/6/08

La espuma de los días

Desde que a algún cretino
se le debió de ocurrir hace unos años, para celebrar un triunfo deportivo, agarrar una botella de champaña y, tras agitarla, ducharse con el espumoso y duchar a los admiradores del héroe de varios metros a la redonda, la estúpida costumbre no ha dejado de crecer como la espuma, aunque, de momento, reducida al ámbito de los deportes, dando muestras de hasta qué punto la capacidad mimética de la especie tiende a infinito. A este paso veremos cómo, por ejemplo, al ingreso de algún nuevo miembro de la Real Academia Española, alguien de entre los asistentes se sacará de entre los faldones del traje una botella y la emprenderá a chorros con los asistentes. Al tiempo.

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