Nado mar adentro, como me gusta, hacia lo que me marco como meta: la última boya de una fila que debe de estar como a unos 100 m de la orilla. Cuando estoy llegando veo con asombro a Kim Novak en top less. La sonrío, creo que me corresponde, y quiero comprobar si además va en down less (¿se podrá decir así?), para lo que sumerjo la cabeza sin percatarme de que no me he puesto las gafas de agua: ¡horror, no veo! De pronto noto que me zarandean por un hombro. Me despierto. Es mi mujer, que me grita: "¡¿Pero se puede saber qué haces con la cabeza dentro de la mochila, que te vas a asfixiar?!"
"Estoy buscando las gafas de agua"
"¡Pero si las llevas puestas"!, dice señalándome la frente.
Disimulo mi despiste como puedo y me meto de nuevo en el mar, a ver si esta vez hay más suerte. Pero ¡quia!, allí no hay nadie, sólo la boya.