(Imitando de nuevo el estilo de los sonetos de Belli)
Notó José a su santa con tripita.
Podría ser aquello una celada:
él, casto varón, y ella, modosita,
no habían tenido arte ni tajada.
Pero no quiso alborotar la casa:
en su interior guardó cierto mosqueo
hasta que, para divina y mayor guasa,
un propio del Señor le dio el queo.
"No te inquietes, José, por tu cabeza,
que no debes sentir condecorada:
preñada del espíritu es María".
Bajó la testa el san José obediente
—todo sea por la paz— y aceptó
pulpo por animal de compañía.
Notó José a su santa con tripita.
Podría ser aquello una celada:
él, casto varón, y ella, modosita,
no habían tenido arte ni tajada.
Pero no quiso alborotar la casa:
en su interior guardó cierto mosqueo
hasta que, para divina y mayor guasa,
un propio del Señor le dio el queo.
"No te inquietes, José, por tu cabeza,
que no debes sentir condecorada:
preñada del espíritu es María".
Bajó la testa el san José obediente
—todo sea por la paz— y aceptó
pulpo por animal de compañía.